martes, 31 de agosto de 2010

HUIR DE LA TENTACIÓN


“Y ella lo asió por su ropa, diciendo: “Duerme conmigo”. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”. Génesis 39:12


Es fácil percibir que en esta época ya no hay temor de Dios ni respeto por su santa ley. Muchísima gente considera que todo es relativo, que todo depende de las circunstancias, que no existe nada que sea pecado. Es posible que los jóvenes del mundo consideren tonto a José por haber “desperdiciado” una buena “ocasión”. Algunos consideran a José un cobarde, o algo peor, por haber huido de la esposa de Potifar.
Pero José fue muy inteligente y sabio al tomar la decisión de huir de la tentación. La mejor respuesta a la tentación es huir de ella. Alejarse de cualquier situación comprometedora es crucial para mantener un sólido carácter cristiano. Sin embargo, huir de la tentación no es fácil. Sólo es posible con la ayuda de Dios.
Huye de la tentación, pero no pienses que ahí termina todo. La Biblia aconseja huir de la tentación: “Huye también de las pasiones juveniles” (2 Tim. 2:22). “Huye de estas cosas” (1 Tim. 6:11). Pero, más que huir, el consejo divino es estar firmes. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efe. 6:11). A través del poder del Espíritu Santo, los creyentes pueden vencer a Satanás y hacerlo huir.
¿Qué haces cuando eres tentado a pecar? Hay muchas cosas que puedes hacer, pero lo más importante es recordar que no puedes resolver tú solo el problema de la tentación. En el corazón humano está el deseo de hacer el mal; es engañoso, centrado en sí mismo. La tentación es un problema que sólo Dios puede resolver.
Meditemos en lo siguiente: Por nosotros mismos no podemos ganar la guerra contra la tentación. Pero Jesús nos ofrece su victoria, y “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Heb.2:18). Sigamos hoy el ejemplo de José. Huye de la tentación, y aférrate a Cristo para poder vencer al tentador.
(Tomado de: Siempre gozosos)

lunes, 30 de agosto de 2010

EN TIEMPOS DE PRUEBA


“A ti, oh Jehová, levantaré mi alma”. Salmo 25:1

El cristiano encuentra algunas cosas muy difíciles de entender. Una de ellas es el dolor y el sufrimiento de los hijos de Dios. Cuando pasan por el dolor y la prueba, muchos se preguntan: “Si soy hijo de Dios, ¿por qué me suceden estas cosas? Si el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, ¿por qué sufrí este accidente?” Los interrogantes se multiplican y se agravan cuando nos comparamos con otros que, según nos parece, sufren menos a pesar de que no son fieles a Dios.
El dolor y el sufrimiento son una realidad de la vida que afecta a todos los seres humanos, sean cristianos o no. El sufrimiento es un hecho de la vida. La vida es injusta. Vivimos en un mundo caído donde reinan el pecado y la muerte. Dios quiere rescatarnos de aquí, pero el rescate es doloroso para él y para nosotros. Quizá te preguntes: “¿Cuál es, la diferencia entre el que sirve a Dios y el que no le sirve?”
Sí hay una diferencia. Los cristianos tienen una ventaja. Como hijo amado de Dios, el creyente cuenta con la dirección y la presencia de su amoroso Padre celestial. El Señor dice en su palabra: “Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isa.43:2).
Dios no te ha prometido librarte del sufrimiento. Lo que sí te asegura es que estará contigo en el horno de la aflicción hasta el final. Busca al Señor en tiempo de paz, para que cuando llegue la hora de la crisis puedas tener confianza en él. Entonces tu primera reacción será confiar en Dios, buscar y clamar en oración a tu Padre celestial. Buscar a Dios en los buenos y malos tiempos te ayudará a recordar tu posición como hijo de Dios.
Meditemos en lo siguiente: No tomes ninguna decisión cuando seas golpeado por el dolor. Haz como Job, que “se postró en tierra y adoró”. Entonces sabrás lo que debes hacer. Evitarás mucho dolor y muchos errores si acudes primero al Señor. No te muevas. Escucha primero la voz de Dios. El te indicará qué tienes que hacer. Búscalo en oración y el estudio de su Santa Palabra, y él te responderá.
(Tomado de: Siempre gozosos)

viernes, 27 de agosto de 2010

SEGURO DE SÍ MISMO


“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. 1 Juan 4:18


El temor nos hace realizar actos verdaderamente asombrosos. El más “alérgico” al agua, que nunca ha entrado a una piscina y que, por supuesto, no sabe nadar, puede cruzar un río desbordado, como si fuera un campeón olímpico, si lo vienen persiguiendo para matarlo. El temor está relacionado con la inseguridad.
El apóstol se refiere, en el versículo de hoy, al temor que es fruto de la cobardía, no al deseable “temor de Jehová”, que poseen los creyentes. Como dice Pablo: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Cor.5:11). El temor de que habla San Juan es lo opuesto a la confianza; por eso no debe tener lugar en la mente del cristiano.
¿Cómo puede echar fuera el perfecto amor al temor? Lo hace porque el perfecto amor se centra en Dios. El cristiano que ama a Dios con todo su corazón no tiene por qué temer, pues, como dijo el apóstol Pablo: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. El que ama verdaderamente no tiene miedo de Dios, ni tiene por qué temer las artimañas de los hombres. Es lo que ocurría con nuestro Señor cuando dormía en la barca mientras la tempestad llenaba de terror a los discípulos.
¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no tenía miedo de nada? Ahora conoces la respuesta: Porque tenía verdadero amor y estaba perfeccionado en el amor, como dice nuestro texto.
Meditemos en lo siguiente: En la Palabra de Dios hay constantes exhortaciones a tener valor y vivir con valor. Parece que el valor es una de las virtudes destacadas del cristiano: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos. 1:9). Procura que Dios te libere de la tiranía del temor. Es una de las bendiciones que más necesitamos en el duro y difícil camino de la vida.
(Tomado de: Siempre gozosos)

jueves, 26 de agosto de 2010

MONEDAS EN LOS OJOS

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde, ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. Mateo 6:19,20

Cuenta la historia que en cierta ocasión el fundador y dueño de la fábrica de automóviles más grande del mundo, Henry Ford, le preguntó a un joven ingeniero cuál era su mayor ambición en la vida. El joven le contestó que quería ser muy rico. “Todo lo demás, dijo con fervor, es secundario”.
Unos días después de aquella conversación, el Sr. Ford le obsequió al joven un hermoso paquete. Cuando éste lo abrió, adentro encontró un par de espejuelos con armadura de metal. Pero donde se suponía que estuviesen los lentes, había un par de monedas de plata.
-Póngase estos lentes- le ordenó el Sr. Ford. El joven ingeniero le obedeció. – Ahora dígame qué ve- añadió Henry Ford. – Nada- respondió el joven-, las monedas bloquean totalmente mi visión. -Lo cual muestra que tal vez usted debe considerar nuevamente cuál debería ser su mayor ambición- le dijo el gran empresario.
Si alguien llenara nuestros lentes con aquellas cosas que consideramos prioritarias, o que más nos interesan, ¿qué serían? Quizá nos conviene hoy analizar nuestras prioridades. La promesa implícita de Mateo 6:19 y 20 es que existen intereses pasajeros y corruptibles, e intereses que son eternos. ¿En qué categoría se encuentran nuestros más caros anhelos? ¿En qué pensamos? ¿Qué es lo que deseamos más que otra cosa?
No estamos enfrentando el materialismo con la espiritualidad. Puede ser que lo que nos consume no sea de índole material. Podría tratarse de deseos de reconocimiento, de la ambición de controlar la vida de aquellos que nos rodean, de una preocupación desmesurada por obtener los afectos de otra persona. Si nuestra vida sufre el desequilibrio de una obsesión enfermiza, de cualquier obsesión, fácilmente podemos perder de vista la importancia de lo eterno y perdurable.
Meditemos en lo siguiente: Dios promete algo mejor. Esta vida no lo es todo. Hay tesoros mejores más allá.
(Tomado de: Herederos de promesas)

miércoles, 25 de agosto de 2010

PERDONAR, ¡QUE SATISFACCIÓN!


“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño”. Salmos 32:1,2


“Perdóname, disculpe, lo siento…”, Son las palabras que usamos cuando hemos hecho algo que molesta a nuestro semejante. Regularmente ni siquiera esperamos a que nos respondan. Esto, en realidad, es un perdón de muy poca relevancia. En el versículo de hoy, David nos muestra que necesitaba un perdón de máxima relevancia, porque su vida se apagaba. “Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano” (vers.4).
Perdonar, es una de las cosas más difíciles para los seres humanos. En cambio, ser perdonado y que olviden nuestra falta es una de las experiencias más satisfactorias.
Hoy en día conocemos muchas personas, que cargan en una mano la culpabilidad, y en muchos casos, una carga agobiante, que no ha sido perdonada; en la otra mano, un paquete menos pesado, lleno de rencores y de ofensas de: “He perdonado, pero no olvido”. “Ya lo perdoné, pero que se olvide de mi si vuelve a pasar”. “Te perdono, pero no quiero volverte a ver”. “¿Quieres que te perdone? No puedo. Me hiciste demasiado daño”.
El versículo de hoy, nos hace una promesa alentadora, llama dichoso, bienaventurado, feliz, afortunado, a quien ha sido perdonado. ¡Qué alivio! Esta bienaventuranza, sin embargo, incluye necesariamente, llamar al pecado por su nombre. En este texto, David, no ahorra palabras para describir al pecado. Se refiere a “pecado”, “maldad”, “transgresiones”… iniquidad, engaño. No suaviza ni minimiza sus propios errores. Nos daremos cuenta del tamaño del perdón de Dios cuando consideremos el tamaño de nuestro pecado. La comprensión de que los pecados fueron perdonados proporcionará esa paz que desafía toda comprensión.
Meditemos en lo siguiente: Puedes tener la certeza de que Dios perdona tus errores. Serás dichoso, bienaventurado, porque no es un perdón cualquiera; no es un “te perdono, pero acuérdate que…”. Es un perdón con promesa, no con condición.
(Tomado de: ¡Libérate!)

martes, 24 de agosto de 2010

SALUD TOTAL


“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. 3 Juan 1:2


2Dear friend, I pray that you may enjoy good health and that all may go well with you, even as your soul is getting along well

Cada día los hechos confirman que la mejor dieta para el ser humano se encuentra en la Biblia; en sus páginas hay órdenes sencillas y fáciles de entender. Estudios médicos aconsejan a los jóvenes que cambien sus hábitos alimentarios, se recomienda consumir más frutas, verduras y hortalizas, cereales integrales, lácteos descremados y legumbres, entre otros.
Las enfermedades crónicas de los adultos ahora se ven en gente joven; cada día aumentan en la población juvenil la osteoporosis, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, los procesos articulares degenerativos y el cáncer. La dieta como parte del estilo de vida, es un pilar fundamental para que esta situación cambie.
Existen numerosas razones para reconsiderar nuestro estilo de vida y darle un nuevo rumbo. Se aconseja cambiar los hábitos de alimentación, no fumar, hacer ejercicio, no consumir alcohol, ser temperante (consumir con moderación lo bueno y abstenerse de lo malo) y confiar en Dios. Por eso Dios dejó para cada uno de sus hijos, los ocho remedios naturales:
1.- Aire Puro. El aire puro y el hábito de respirar correctamente aseguran la suficiente provisión de oxígeno al organismo.
2.- La luz del sol. La luz solar ayuda en la producción de vitamina D en la piel y destruye agentes infecciosos del ambiente. Se recomienda exponernos cada día, entre 15 a 30 minutos, a la luz del sol, preferiblemente en horas de la mañana.
3.- La abstinencia de sustancias dañinas. El café, el cigarrillo, las bebidas alcohólicas, y otras drogas alteran el funcionamiento de diversos órganos del cuerpo y nos predisponen a la enfermedad.
4.- El descanso. Dormir siete a ocho horas por noche. Tomar vacaciones, dedicar tiempo a la recreación, disfrutar de un sano pasatiempo, involucrarse en actividades que renueven el organismo y ayuden a romper la rutina diaria.
5.- El ejercicio. Caminar al menos 30 minutos diarios. Practicar ejercicios al aire libre; trotar, nadar, hacer gimnasia, montar bicicleta.
6.- El régimen alimentario. Combinar alimentos de manera que contengan todos los nutrientes: carbohidratos (50% de lo que ingerimos); grasas, especialmente de origen vegetal (30%); proteínas, preferiblemente sin grasa animal (20%); sales minerales y vitaminas. Balancear la alimentación de modo que incluya granos, cereales, verduras, frutas y nueces y almendras, etc.).
7.- El agua. Aplicarla externamente, por medio del baño diario. Ingerirla en suficiente cantidad (de 6 a 8 vasos diarios).
8.- La confianza en el poder divino. Cultivar la fe en Dios como un Padre celestial que se interesa en los problemas grandes y pequeños que nos asaltan a diario. Leer la Biblia todos los días, orar y asistir a la iglesia.
Meditemos en lo siguiente: La Sagrada Escritura nos muestra en la prueba que enfrentaron Daniel y sus amigos (Daniel, Cap.1), que cuando estos jóvenes escogieron la alimentación ordenada por el Creador, y no la ofrecida en la mesa del rey, al término de diez días dieron evidencia de estar más saludables que los demás jóvenes. El Dios del cielo quiere lo mejor para nuestras vidas; en su infinita misericordia, él conoce el fin desde el principio y sabe qué es mejor para cada uno de nosotros.

lunes, 23 de agosto de 2010

“NO SALGAS SIN ESCUDO”

“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno” Efesios 6:16

En cierta ocasión una niña recibió, dentro del boletín de la iglesia, un separador para libros con la palabra “fe” impresa en letra muy grande.
Después del servicio de adoración en la iglesia, la familia tomó un autobús para volver a su casa. La niña estaba feliz con su separador, pero de repente, un fuerte golpe de viento se lo arrebató de la mano y salió volando por la ventanilla. La niña rápidamente comenzó a gritar: ¡“Señor conductor, señor conductor, deténgase por favor, que la fe se me ha ido por la ventana”!
¿Qué sería de la vida del cristiano sin la fe? No me lo puedo imaginar. El sustento de la vida espiritual, de este lado de la eternidad, es la confianza en muchas cosas invisibles; pero que son tan reales como las que se ven. La Biblia nos dice que Jesús es Creador de todas las cosas “visibles e invisibles” (Col. 1:16). También señala que “lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” (2 Cor. 4:18).
En el conflicto cósmico en que estamos involucrados, no podremos mantenernos firmes como soldados de Cristo si nuestra mirada no va más allá de la percepción de nuestros sentidos. El enemigo intentará confundirnos cada vez que enfrentemos situaciones adversas, lo cual puede hacernos pensar que Dios no está de nuestro lado. La perplejidad y la falta de respuesta representan una invitación para confiar plenamente en que nuestro Padre celestial va a llevarnos a un destino seguro.
¿Se te ha ido la fe “por la ventana”? Entonces te has quedado sin escudo, y así te conviertes en un blanco fácil del enemigo. Probablemente el día de hoy tengamos que hacer frente a los dardos de Satanás y enfrentemos tentaciones, enfermedades, accidentes que pondrán a prueba nuestra confianza en las promesas divinas.
Meditemos en lo siguiente: Reafirmemos nuestra confianza en Dios mediante el estudio de su Palabra y la oración. Tenemos que protegernos, así que no olvides tu escudo esta mañana. Por la fe en Cristo se puede suplir toda deficiencia de carácter, purificar toda impureza, corregir toda falta y desarrollar toda buena cualidad.

viernes, 20 de agosto de 2010

“RESISTE LA TENTACIÓN”

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Efesios 6:16

Cierta vez, un grupo de turistas le preguntó a un anciano irlandés cómo llegar adonde iban. El señor le contestó: -si yo quisiera llegar allí, no comenzaría donde estoy ahora”.
Creo que el consejo de este anciano se aplicaría bastante bien a aquellos que quieren llegar al cielo algún día. ¿Cómo es su vida ahora? ¿En qué lugar se encuentra? ¿Se han introducido en su vida pequeñas deshonestidades? ¿Se encuentra repitiendo chismes maliciosos? ¿Permite que otros paguen por sus errores, o se otorga el crédito que pertenece a otro? ¿Se ha tornado impaciente con aquellos que no comparten sus opiniones o su experiencia?
El camino al cielo tiene que comenzar en una plataforma de arrepentimiento sincero. “El que no naciere de nuevo –le dijo Jesús a Nicodemo-, no puede ver el reino de Dios”. Y añadió: “El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3-5).
Un análisis rápido de nuestra vida actual podría indicarnos si el lugar donde nos encontramos es consecuente con nuestra vocación. Quizá concluyamos que, “si quiero llegar allá, no debo comenzar donde estoy”.
Meditemos en lo siguiente: Aunque en el camino al cielo dependemos totalmente de nuestro Guía Jesucristo, la elección de nuestro destino debe ejercer una influencia decidida sobre nuestra vida actual. Juan lo expresó de esta manera: “Y todo aquel que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3).
(Tomado de: Herederos de promesas)

jueves, 19 de agosto de 2010

“SERVICIO POR AMOR”


“Si mal parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa seguiremos a Jehová”. Josué 24:15


Este consejo tuvo, quizá más significado porque fue dirigido a un pueblo que se estaba tornando cada vez más idólatra. Habían introducido dioses extraños; dioses cananeos estaban cautivando al pueblo de Dios.
Josué apela a la libertad con que cada uno fue creado, para elegir el bien o el mal, y sufrir las consecuencias de lo uno o lo otro. “Escogeos”, dice él. La libertad, uno de los dones más sagrados que Dios entregó al hombre, estaba llegando a ser una tragedia en el pueblo de Israel. No estaban eligiendo bien.
A lo largo de la Biblia encontramos repetidas veces, que Dios trata de enseñar a su pueblo a usar la libertad. ¿Puede un padre tener mayor alegría que la de ver que su hijo usa sabiamente el poder de decisión? ¿Por qué será que los seres humanos tenemos miedo de decidir, y cuando decidimos lo hacemos mal?
Dios se deleita con el servicio de sus hijos, pero quiere que sea voluntario. El nos pide que escojamos entre la vida y la muerte, y nos aconseja elegir la vida, pero no interfiere si escogemos lo contrario. Claro, que las consecuencias de una u otra elección son muy diferentes.
Muchas veces esa libertad que Dios da puede ser interpretada como “debilidad divina”. Pero él lo prefiere así. Podría habernos creado como robots programados para obedecer, pero no lo hizo. Podría habernos creado sin la posibilidad de pecar, pero entonces no seríamos libres sino esclavos del bien, y Dios no quiere que seamos esclavos ni siquiera de las cosas buenas como el bien. Es contrario a su carácter.

Meditemos en lo siguiente: ¿Qué clase de servicio es el tuyo? ¿Sirves porque tienes miedo a sufrir las consecuencias de tu desobediencia? ¿Porque tienes miedo de perderte? ¿Porque el regreso de Jesús está próximo y quieres ser salvo? ¿O porque lo amas y voluntariamente quieres andar en sus caminos para poder ver una sonrisa de alegría en su rostro?

miércoles, 18 de agosto de 2010

“EL REGALO DEL PERDÓN”

“Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de todo mal”. 1 Juan 1:9

Escoger regalos para otras personas según la ocasión y los gustos particulares del receptor es un arte difícil de practicar. Para algunos se trata de una pesada carga que los deja exhaustos física y emocionalmente.
Dios, por su parte, ofrece un obsequio que puede ser compartido ventajosamente con todos. Lo único que se requiere de nosotros es convicción, confesión y petición. Y cuando recibimos el perdón divino nos tornamos en deudores de Dios y los hombres. Existen tres razones para ejercer el perdón:

1.- Todos podemos perdonar. El perdonar es prerrogativa de toda persona ofendida. Quizás el dolor causado por otros es tan profundo que pensamos que perdonar es imposible. Pero no es así. Lo que sucede es que justificamos nuestros sentimientos de rencor y creemos que lo que sentimos responde a la justicia, que la otra persona debe recibir al menos el castigo eterno de nuestro disgusto.
2.- Perdonar es saludable. A veces pasamos años torturados por estos sentimientos de ira sin advertir que somos nosotros los que sufrimos más. Puede ser difícil, pero el perdón es posible, porque en realidad no depende de la actitud del ofensor. Con la ayuda de Dios podemos decidir dejar la ofensa y la justicia en sus manos.
3.- El perdón restaura relaciones. En las relaciones humanas, todos sentimos cierto nivel de disgusto ante ciertas acciones o actitudes de algunas personas. A medida que este disgusto se hace más profundo, vamos perdiendo la habilidad para relacionarnos abierta y satisfactoriamente. Si las pequeñas heridas no son curadas a medida que se van creando, el disgusto puede alcanzar un nivel de gravedad que nos hace más fácil cerrarnos a la comunicación con la persona.
Meditemos en lo siguiente: sólo cuando comprendemos el perdón de Dios, podemos brindar el perdón adecuado de ofensas serias. Si usted tiene dificultades en perdonar a alguien por algo que le ha causado dolor, o no puede perdonarse a sí mismo por algo que usted ha hecho, necesita conocer el perdón total y absoluto de Dios.
(Tomado de: Herederos de Promesas)

martes, 17 de agosto de 2010

“VENDRÉ OTRA VEZ”

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho, voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3

Esta es una promesa fundamental. Está basada en la realidad de la vida humana en un mundo de pecado, con todos sus motivos de turbación. Jesús nos dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). Este es un mundo en guerra. Somos el escenario de un gran conflicto entre el bien y el mal. Por un lado, nuestro Creador quiere restaurarnos al estado de felicidad con que nos creó; por su parte, Satanás, que está obsesionado por usurpar el lugar de Dios, se desquita con las criaturas.
Cuando Jesús dijo “creéis en Dios, creed también en mi”, estaba diciendo varias cosas. Ningún hombre común podía decir “creed también en mi”. Únicamente Jesús podía decirlo. Cuando el conflicto entre Dios y sus enemigos llegó a la tierra, Dios prometió un Salvador, el Mesías, Emmanuel (Dios con nosotros). Hay un solo Salvador. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por mi” (Juan 14:6).
La pregunta universal fue hecha a Pablo y Silas: ¿Qué debo hacer para ser salvo? (Hechos 16:30). ¿Qué haré para tener un futuro más allá de los sufrimientos? La respuesta fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.

“Muchas moradas hay”. A veces sentimos que no pertenecemos, que somos distintos, que no nos comprenden ni aceptan; pero en el cielo hay lugar para ti y para mí. No hay acepción de persona, no hay divisiones, no hay exclusivismo ni discriminación.

“Voy a preparar lugar”. Esta frase nos dice que somos los invitados de Jesús. Podemos imaginarnos que Jesús es algo así como el divino Anfitrión que nos ha invitado a su casa y nos ha dicho: “Voy a adelantarme para asegurarme que todo esté listo”.

Meditemos en lo siguiente: La Segunda venida de Cristo es una creencia vital porque el drama de la historia humana requiere un desenlace. Dios hizo un mundo perfecto y la historia concluirá con un mundo perfecto. Dios tendrá la última palabra.
(Tomado de: Herederos de Promesas)

lunes, 16 de agosto de 2010

DEMASIADO TARDE

“Samuel se volvió para irse, pero él se asió de la punta de su manto, y éste se desgarró. Entonces Samuel le dijo: “Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú”. 1Samuel 15:27,28

En la Biblia encontramos repetidas veces el caso de hombres desesperados al darse cuenta de lo que habían perdido para siempre. Está el caso de Esaú, que en un momento de liviandad vendió algo tan sagrado como era la primogenitura, por un plato de lentejas. Cuando Esaú se dio cuenta, lloró ante su padre diciendo: ¿No has guardado bendición para mí? (Gen.27:36). Pero el tiempo había pasado y el reloj de la vida había dado las doce campanadas. Era demasiado tarde.
En el versículo de hoy encontramos al rey Saúl en una actitud desesperada. “Perdona, pues, ahora mi pecado. Vuelve conmigo para que adore a Jehová”, suplica al profeta Samuel (ver.24, 25). Con tristeza, ve partir para siempre su gran oportunidad. Nunca tomó en serio los requisitos divinos; jugó con la paciencia de Dios, y ahora toma la punta del manto de Samuel tratando de asegurar lo que se le escapa. Para desesperación suya, ve que la capa se rasga. El reloj de la vida da las doce campanadas. Es demasiado tarde. El profeta lo mira y le dice: “Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel”.
¿Por qué será que al ser humano le gusta tanto jugar con las oportunidades que Dios le da? ¿Por qué será que cuando las oportunidades están en nuestras manos, tenemos la impresión de que siempre estarán allí?
El mensaje de hoy es: Escucha la voz de Dios mientras te habla. Aprovecha las oportunidades que él te da mientras es el tiempo oportuno y el día de salvación todavía no llegó a su fin. El Señor está ahí, con los brazos abiertos. Cae de rodillas delante de él y di: “Señor, no tengo fuerzas, las luces del mundo ofuscan mi visión, necesito tu perdón, tu gracia, pero necesito también tu poder”.
Meditemos en lo siguiente: Al salir hoy a las actividades del día, lleva un cántico en tu corazón. Cree en la victoria que Jesús es capaz de darte. Tómate del brazo poderoso del Padre, y por la tarde retorna a tu casa victorioso en Cristo.
(Tomado de: A solas con Jesús)

viernes, 13 de agosto de 2010

“SABIENDO VIVIR”

“Habló Daniel y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría”. Daniel 2:20

Cuando hablamos del compañerismo que un ser humano puede llegar a tener con Dios, debemos pensar en José, Enoc y Daniel. Esa serenidad en la cueva de los leones, ese coraje de orar con las ventanas abiertas, tres veces al día, esa integridad de no contaminarse con la comida del rey. ¿De dónde sacaba Daniel el poder para enfrentar la tentación y el peligro, y salir siempre victorioso?
El gran secreto de la vida de Daniel no estaba únicamente en su fuerza de voluntad, en su coraje, en su confianza o en su sabiduría. Todo eso era resultado del verdadero secreto. Daniel era un amigo personal e íntimo de Jesús. Ahí estaba el secreto no sólo de las cualidades heroicas de su vida, sino también de su prosperidad.
“Si se hubiera escrito toda la historia de Daniel, abriría ante vosotros capítulos que os mostrarían las tentaciones a las que él tuvo que hacer frente: tentaciones de ridículo, envidia y odio; pero él aprendió a dominar las dificultades. No confió en su propia fuerza. Puso delante de su Padre Celestial toda su alma y todas sus dificultades, y creyó que Dios le oía, y fue consolado y bendecido. Superó el ridículo, y así también lo hará el que sea vencedor. Daniel adquirió un estado mental sereno y alegre, porque creía que Dios era su amigo y ayudador. Los abrumadores deberes que tenía que cumplir le resultaban livianos, porque ponía en ellos la luz y el amor de Dios.” (Comentario bíblico adventista, t.4, pág. 1189).
Siendo Daniel prácticamente un adolescente, tenía en su corazón no sólo principios, sino también una experiencia de amor diario con Dios. Permitía que Dios participara de sus sueños, sus planes y sus proyectos de vida.
Cuanto enfatizamos el valor de Daniel, necesitamos explicar que era fruto de una amistad hermosa que mantenía diariamente con Dios. La vida de Daniel es una inspiración para los jóvenes de hoy, no sólo porque resistió la tentación, sino por la forma en que lo hizo.
Meditemos en lo siguiente: ¿Quieres ser semejante a Jesús? Haz de él el centro de tu vida. Búscalo diariamente a través de la oración y el estudio de la Biblia. Aprende a andar con él y te admirarás de las cosas que Jesús puede hacer en ti y a través de ti.
(Tomado de: A solas con Jesús)

jueves, 12 de agosto de 2010

SEMEJANTES A ÉL

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”. Mateo 5:48

Esta declaración ha atormentado a mucha gente, y es prácticamente el resumen del Sermón del Monte. En el versículo 45, Jesús presenta el ideal de Dios para nosotros: “Que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos”. Los hijos generalmente se parecen al padre en el carácter. Los padres y los hijos tienen una convivencia diaria y permanente, y casi sin darse cuenta los hijos siguen las pisadas del padre.
En el Sermón del Monte, Cristo está combatiendo la “perfección humana”. Los judíos se preocupaban tanto con los mínimos detalles de la letra, que habían perdido el espíritu de la ley de Dios. Amaban a los suyos, eran gentiles y corteses, practicaban actos de “misericordia” entre ellos, pero ni miraban a los gentiles, o, en el mejor de los casos, los miraban con desprecio.
Jesús los desafía en el versículo 46: “Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” Luego de ese versículo viene la orden: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Vuestro Padre, el del versículo 45, que “hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos”.
Aunque el versículo de hoy se refiere a la perfección de carácter en general, el contexto nos muestra que Jesús habla en especial de la perfección en la relación con las personas, con los que no son de nuestra raza, con los que no pertenecen a nuestro grupo social, con quienes pertenecen a otra religión o tienen filosofías diferentes de las nuestras.
¿Eres capaz de orar por algún criminal, alguien deshonesto? ¿Qué merito tiene- pregunta Jesús- si amas a los que te aman? Si el Padre que está en los cielos ama a los buenos y a los malos, sé perfecto como tu Padre. Sé capaz de aceptar y amar a las personas como son.
Meditemos en lo siguiente: Es duro, ¿no es cierto? Pero el Padre también promete: “Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20) ¿Cómo? Por la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. Santificando nuestra voluntad. Purificando nuestros sentimientos y reproduciendo cada día en nuestra vida su carácter, para hacernos más semejantes a él.
(Tomado de: A solas con Jesús)

miércoles, 11 de agosto de 2010

EN EL PODER DEL ESPÍRITU

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor”. Lucas 4:14

Cuando Jesús volvió del desierto, después de pasar allí cuarenta días en total comunión con Dios, volvió “lleno del poder del Espíritu a Galilea”. Nuestro Señor venía investido de un poder divino. No fue investido de ese poder porque era Hijo de Dios, ni porque era Dios, sino porque había ayunado, orado, meditado y consagrado su vida durante cuarenta días y cuarenta noches.
Cualquiera de nosotros que hiciera lo mismo sería investido del poder de lo alto. Recibiría el poder del Espíritu y haría grandes cosas, como las que hizo Jesús en su ministerio en Galilea, adonde llegó “en el poder del Espíritu”.
Jesús les prometió a los discípulos que recibirían el poder del Espíritu Santo, que los capacitaría para dar testimonio del glorioso mensaje de un Salvador crucificado y resucitado. (Hechos 1:8). Lo mismo se nos promete a nosotros. Todos hemos recibido el poder del Espíritu para convertirnos y continuar la vida cristiana. Todos debemos tener poder para dar nuestro testimonio a favor del evangelio de Cristo.
El Espíritu Santo dotaba de poder a Jesús para realizar su obra y sus milagros. Todo lo hacía como humano, ya que vino a ser semejante a nosotros en esta tierra. Esto debe ser una promesa y un incentivo para nosotros como hijos de Dios. Nuestro gran problema es que estamos acostumbrados a tomar decisiones y hacer cosas por nuestras propias manos y nuestra propia fuerza.
Otro peligro que corremos es atribuir a nuestros talentos las obras que hacemos gracias al poder del Espíritu Santo. Hasta los más humildes de nosotros corremos ese riesgo. Pero Jesús era muy diferente. El dijo: “El Hijo no puede hacer nada por sí mismo”. ¿Quieres ser usado con poder por el Espíritu Santo? El precio es alto. Es una vida, en todos los aspectos, de constante compañerismo y apego a Jesús.
Meditemos en lo siguiente: El poder está disponible. Dios quiere revestirnos del poder de su Espíritu. A nosotros nos toca “pedir y recibir”.
(Tomado de: Siempre gozosos)

martes, 10 de agosto de 2010

NO ALBERGUES ODIO EN TU CORAZÓN

“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”. Prov. 10:12
El odio no es tan solo el deseo violento de querer que el otro muera. Se manifiesta de muchas formas diferentes. Murmuración, chismes, conclusiones equivocadas, mentiras calumniosas, historias falsas que manchan la reputación, son todos los trajes con los que se viste el odio.
Salomón, en el versículo de hoy, dice que “el odio despierta rencillas”. Hace más. Abre heridas, rompe relaciones, construye muros de separación, destruye amistades, paraliza, desanima y mata.
El odio tiene sus raíces en una amargura no curada, en la incapacidad de perdonar, en el resentimiento guardado. Lo peor de todo es que no hace tanto mal al odiado como a la persona que odia. El corazón del que odia es un depósito de veneno. Antes de salir para afuera, la substancia letal corroe el propio depósito.
Ninguna persona sensata guarda odio en su corazón, porque estaría suicidándose. No tiene sentido. Es una locura. Irracionalidad. Hay un camino mejor para curar las heridas. Es el camino del amor. “El amor cubrirá todas las faltas”.
Si tuvieras que apagar un incendio, ¿usarías agua o gasolina? El amor es agua. El odio es gasolina. Vengarse, empujado por el odio, te pone a ti en desventaja.
En toda venganza hay dos víctimas. Por eso, el odio es autodestructivo, y por eso Dios nos enseña que ése no es el camino que conduce a la felicidad. Hoy como todo nuevo día, es una nueva oportunidad para pensar y repensar. ¿A dónde estoy yendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Cuáles son mis motivaciones? ¿Cómo afecta esto a las personas que amo?
Meditemos en lo siguiente: Antes de salir para enfrentar los desafíos de hoy, recuerda que “el odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.
(Tomado de: Cada día más sabio)

lunes, 9 de agosto de 2010

LA LUCHA CONTRA EL PECADO

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. 1 Tim.1:15
La Biblia indica que la fuente del pecado es nuestro propio corazón o naturaleza (Mar. 7:21-23; Luc. 6:45). A causa de que nosotros no podemos discernir los motivos secretos de nuestro propio corazón, el primer paso que hemos de dar para hallar el remedio a nuestra maldad es permitir que el Espíritu Santo nos examine e identifique el pecado en nosotros. Por eso David escribió: “Examíname, oh Dios, y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23).
El segundo paso consiste en velar y orar para no caer en tentación (Mat. 26:41). Y el sabio Salomón nos advirtió: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Prov.4:23). Velar lo que vemos, oímos, gustamos y sentimos. Cuidar las “avenidas del alma”.
El tercer paso es apropiarnos del poder de Jesús. Para reclamar la victoria sobre la condición de pecado, necesitamos “ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Efe. 3:16). El poder para resistir la tentación proviene de Jesucristo. Las palabras de 1 Timoteo 1:15 constituyen una promesa extraordinaria. Este es el meollo del Evangelio: “Cristo Jesus vino al mundo para salvar a los pecadores”.
En esencia, nuestra salvación se hace posible cuando intimamos con Jesús y aprendemos a depender de él en todo y para todo, cuando aceptamos que él es un elemento básico de nuestra existencia, que todo lo que somos gira alrededor de su Persona.
El agente de esa unión con Cristo es el Espíritu Santo. El es quien nos da vida espiritual y el poder para vivirla. Una de las cosas que Espíritu hará es conducirnos a la Palabra que él mismo inspiró. Nuestras convicciones y determinaciones se han de desarrollar en base a la Palabra de Dios.
Meditemos en lo siguiente: El apóstol Pablo nos dijo: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2). La voluntad de Dios es que usted y yo tengamos una vida espiritual victoriosa.
(Tomado de: Herederos de promesas)

viernes, 6 de agosto de 2010

DIOS SE PREOCUPA POR NUESTROS PROBLEMAS

“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos; según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. Efesios 3:20,21
Como hijos de Dios, estamos en nuestro derecho de conocer lo que el Señor desea y planea para nuestra vida. Sólo una condición nos es necesaria: Sentir nuestra insuficiencia y nuestra necesidad de él. Si así lo sentimos, entonces debemos alzar los brazos por medio de la fe y tomar el cielo con las manos.
No importa cuán desalentadora parezca nuestra situación o qué caminos complicados estén siguiendo nuestros pies, nuestro amigo Jesús quiere que sepamos que él está al tanto de todo lo que nos sucede, y que su corazón siente tristeza y conoce nuestra angustia. Más aún, el Rey del universo quiere que sepamos que desde hace mucho tiempo ya hizo provisión para nuestros problemas. Nos sorprenderemos de las extraordinarias bendiciones que Dios tiene reservadas para nuestra vida si nos tomamos de su mano por medio de la fe.
Grandes transformaciones se realizarán en nuestra vida si clamamos a Dios con fe, humildad y corazones expectantes. A los pies del Salvador veremos florecer nuevos comienzos. Nuevos amaneceres y nuevas oportunidades se desplegarán. Tendremos nuevos pensamientos y nuestro sendero conducirá a la eternidad.
Hagamos nuestros pedidos abiertamente y sin miedo. Sincerémonos ante Dios. El jamás nos rechazará. Su corazón no podrá jamás cesar de amarnos o dejarnos desconsolados. Siempre nos ayudará. Siempre nos socorrerá. El nos ama con amor eterno.
Meditemos en lo siguiente: Los milagros comienzan cuando dependemos de Dios con la sencillez que un niño depende de su padre amante.

jueves, 5 de agosto de 2010

LUZ EN LA OSCURIDAD

“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12
Se cuenta que los invalorables bordados renacentistas, en su mayoría irrepetibles, que elaboraba el famoso taller de sedas de Bruselas, eran confeccionados en una total oscuridad. Excepto por un tenue rayo de luz que provenía de una pequeña abertura en la parte central del techo, las habitaciones reservadas para la hilandería más exquisita se hallaban siempre en la solemne oscuridad.
La calidad del encaje, el color, el filigrana, y en general la magnificencia de los modelos que se confeccionaban en esas habitaciones, eran siempre los más cotizados. El secreto radicaba en la posición del hilandero y el modelo y objeto a copiar. Mientras el hilandero trabajaba en plena oscuridad, el modelo se colocaba directamente bajo la luz que procedía de la abertura. De esa forma, la concentración y la visualización del hilandero se desviaban de la oscuridad de su contorno y recaían únicamente sobre el referente, prestándole así dedicación absoluta.
¡Qué tremenda lección es ésta para el cristiano! El ser humano tiene una obra singular que realizar, su propia vida. Está en sus manos crear una obra digna de ser admirada por todo el universo, o un trabajo incalificable y falto de belleza. Todo depende del modelo que coloquemos bajo la luz de nuestros intereses. Pero también todo depende que nuestros intereses sean iluminados por la luz del Espíritu Santo. Cristo es el verdadero modelo. Y sólo si él es nuestro referente, podremos hacer de nuestras vidas una obra de arte.
Para que nuestra vida sea llena de las gracias del Espíritu Santo es necesario dejar de mirarnos a nosotros mismos, en la oscuridad, y mirar al modelo, bajo la luz. No hay otra ciencia ni procedimiento que nos lleve al triunfo. Habría sido imposible para aquellos hilanderos de siglos pasados, producir semejantes obras de arte si hubieran procedido a la inversa. No se puede hilar el tejido de la vida en la oscuridad del pecado o de nuestra insuficiencia.
Meditemos en lo siguiente: Nuestro Creador quiere que coloquemos nuestra mirada allí donde los rayos del Espíritu Santo iluminan al modelo eterno. Permita Dios que hilemos el tejido de nuestras vidas tomando siempre como referencia a nuestro modelo Cristo Jesús.
(Tomado de: Herederos de Promesas)

miércoles, 4 de agosto de 2010

“NO HUYAS DE QUIEN DESEA AYUDARTE”

“Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde, que anda por camino equivocado, en pos de sus pensamientos”. Isaías 65:2
Hay una historia muy divertida que ilustra la intensidad con la que Jesús “persigue” al ser humano. Hace algún tiempo, una estación de radio informó acerca del robo de un automóvil modelo “cepillo” de la marca Volkswagen, en California. La policía montó una intensa búsqueda del vehículo y del hombre que lo robó. Hasta pusieron aviso en las estaciones de radio locales en busca de colaboración ciudadana que permitiera localizar su paradero.
La razón de tan inusual revuelo era que en el asiento delantero del vehículo robado había una caja de galletas saladas rociadas con veneno, cosa que el ladrón ignoraba. El dueño del automóvil había tenido la intención de usar las galletas como cebo para ratas. Resulta que la policía y el dueño del automóvil estaban más interesados en apresar al ladrón para salvarle la vida que para recuperar el vehículo. Desconociendo el peligro que se cernía sobre él, el ladrón huyó de quien procuraba salvarlo.
Nuestra vida sería totalmente diferente si entendiéramos todo lo que Dios hace por nosotros. Nos busca, nos persigue, desea tenernos con él para hacernos bien y regalarnos todos los dones del cielo que pidamos y podamos resistir.
Nos amó antes de que lo amáramos, nos salvó siendo sus enemigos, y ahora nos corteja por el ministerio del Espíritu Santo. Coloca trampas de gracia mediante circunstancias y situaciones, a veces molestas, para llamar nuestra atención, para que levantemos nuestra vista al cielo y así lo veamos en toda su hermosura.
Un señor que se había apartado de la iglesia, y de su familia y que gracias a Dios regresó nuevamente, dijo lo siguiente: “En mi desobediencia fue cuando Dios más me bendijo”. Aun en nuestras transgresiones nos otorga bendiciones que ni esperábamos ni merecíamos. Lo hace no para que sigamos en desobediencia, sino para que nos apartemos del pecado.
Aún cuando estuviéramos fascinados en nuestra iniquidad y rehusáramos oírlo, él nos busca implacablemente. Nos busca en la puerta del peligro y espera a nuestra salida. Nunca se rinde y es paciente y persistente hasta que alcanza la victoria.
Meditemos en lo siguiente: De una cosa debes estar seguro: nunca te dejará en paz, te perseguirá de mil maneras, porque te ama. Ríndete al Señor en este instante. Es la única alternativa valiosa para ti.
(Tomado de: Siempre gozosos)

lunes, 2 de agosto de 2010

APOYADOS EN LAS PROMESAS DEL SEÑOR

“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo, no te dejaré, ni te desampararé”. Josué 1:5
A veces en nuestro caminar por este mundo, necesitamos reafirmar nuestra fe. Es necesario doblar nuestras rodillas delante de nuestro Padre Celestial cuantas veces sea necesario, para pedirle enfáticamente que nos asegure que su presencia irá con nosotros.
Después de la muerte de Moisés, Dios se comunicó con Josué y le dijo. “Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2). La tarea que Dios requería de Josué era ardua y apuntaba hacia un camino lleno de dificultades. Josué necesitaba escuchar que el Dios que le pedía que avanzara era el mismo Dios omnipotente que había acompañado a Moisés y a sus antepasados, y que su misericordia no había cambiado. Quería específicamente que Dios le asegurara que su presencia continuaría reconfortándolos hasta el final del camino. Y el Señor no dudó en asegurarle: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).
El Señor nos promete su poder para avanzar, y nos ofrece su presencia fiel. “Nadie te podrá hacer frente”, nos dice. Sin embargo, no debemos olvidar que la presencia de Dios y su mano poderosa no excusaban al pueblo de Israel de sus responsabilidades. Dios ya había entregado a los enemigos de Israel en sus manos, pero los israelitas tenían que hacer su parte, y obedecer los mandamientos que Moisés les había ordenado. No debían apartarse ni a diestra ni a siniestra, porque ese era el requisito divino para ser bendecidos.
El Señor nos ha prometido vida eterna y un maravilloso arribo a la patria celestial. Solamente requiere de nosotros fidelidad y esfuerzo. Nos dice: “Nunca se aparte de tu boca este libro de la ley, si no que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
Meditemos en lo siguiente: Necesitamos confiar en el poder de Dios, para enfrentar situaciones que hoy pudieran desanimarnos o detenernos en el camino. Pidámosle al Señor que nos ayude a ser fieles y a cumplir y obedecer sus mandamientos.
(Tomado de: Herederos de Promesas)