viernes, 29 de octubre de 2010

BENDECIDOS POR DIOS


“Bienaventurado los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Mateo 5:5

Ser manso es aceptar la voluntad de Dios para nosotros sin disputar ni resistir. Ser manso es advertir que lo que nos ocurre ha sido permitido por Dios y él lo usará para su honra y su gloria.
Necesitamos conocer y aceptar la soberanía de Dios. ¿Se acuerda de lo que dijo Nabucodonosor después de su enfermedad?: “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:34,35).
Ser manso significa permitir que Dios esté en el control de cada detalle de nuestra vida: Nuestro matrimonio, nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestra salud, nuestra vida espiritual. Ser mano es decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Ser manso es reconocer que el Dios sublime que nos contempla desde su trono es bueno. El nos ama, y la razón por la que no ha venido es que está esperando que nosotros y otros vengamos al arrepentimiento.
Meditemos en lo siguiente: La mansedumbre bendecida por Dios no es debilidad, sino una actitud de aceptación de la voluntad divina que se torna en un poder asombroso bajo el control y la conducción de Dios mismo.
(Tomado de: Herederos de promesas)

jueves, 28 de octubre de 2010

“VIRTUDES CRISTIANAS”


“Que ninguno devuelva mal por mal. Antes seguid siempre lo bueno entre vosotros, y con todos.”1 Tes. 5:15


Cuando una persona acepta a Jesús como su Salvador personal, es una nueva criatura. “El que está en Cristo nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo”. (2 Cor.5:17) Por lo tanto a partir de ese momento comienza en nuestras vidas el proceso de la santificación. Es por eso, que aún fallemos de nuevo, tenemos la seguridad de que con la ayuda de Cristo podremos levantarnos. Haciendo acopio de la promesa maravillosa que encontramos en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Por si mismos, no podremos cambiar de actitud, pero depositando nuestra confianza en Dios y aplicando como norma de vida los principios bíblicos seremos personas diferentes, dignos representantes de nuestro amigo y guía fiel, Jesús.
En primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos del 14 al 23 encontramos virtudes que nos ayudarán a ser diferentes: “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los tímidos, que sostengáis a los débiles, y tengáis paciencia con todos. Que ninguna devuelva a otro mal por mal. Antes seguid siempre lo bueno entre vosotros, y con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque ésta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Someted todo a prueba, retened lo bueno. Apartaos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado sin culpa para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

miércoles, 27 de octubre de 2010

COSECHANDO LO QUE SEMBRAMOS

“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Gálatas 6:8

Cierta vez leí la fábula de un hombre que curioseando entre los estantes en una tienda se sorprendió al darse cuenta que el que atendía el mostrador era Dios. Asombrado, caminó hasta él, y le preguntó: “¿Qué es lo que vendes, Señor?” A lo cual, Dios le respondió: “¿Qué es lo que tu corazón desea obtener?” Sin mucho pensar, el hombre respondió prestamente: “Quiero felicidad, paz mental, y ser libre del miedo, tanto yo como cada habitante de este mundo”. Conmovido, Dios sonrió, y le contestó: “Hijo mío, yo no vendo frutas, sólo semillas”.
¡Qué interesante alegoría! En realidad, Dios no es quien produce últimamente los buenos frutos que recoge aquel que tiene una vida feliz. Más bien, el Señor provee la semilla germinadora que ha de cultivar quien desee cosechar el fruto del Espíritu.
En Gálatas 6, Pablo hace énfasis en la importancia de sembrar semillas de caracteres dignos que honren a Dios. Y si nos ponemos a pensar específicamente en lo que implica el versículo 7 con relación a nuestra vida espiritual, lo que hacemos o dejamos de hacer con nuestra vida sería sabiamente calculado. “Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Vers. 7).
Quienes siembren odio, antipatías cosecharán. Quienes cultivan dudas, intranquilidad recogerán. Y así, podríamos mencionar una larga lista de cultivos con sus cosechas. No podemos pretender experimentar las bendiciones de los frutos de Dios cruzados de manos. Es importante reconocer primeramente nuestra necesidad de ponernos a trabajar, de manera que Cristo pueda transformar nuestro carácter.
Meditemos en lo siguiente: ¿Estamos cansados de nuestra manera de ser? ¿No nos gusta nuestro carácter o nos desanima la forma en que procedemos generalmente? Pidámosle a Dios ayuda, y comencemos hoy a sembrar semillas de nuevas acciones. Veremos que a su tiempo, el Espíritu Santo dará su cuota.
(Tomado de: Herederos de promesas)

lunes, 25 de octubre de 2010

MÁS ALLÁ DE LOS DEFECTOS


“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Gálatas 6:2


El amor ve más allá de las faltas, pero nuestra mente parece estar programada para concentrarse en los defectos, incluso en las cosas inanimadas. ¡Cuántos de nosotros hacemos un hábito de quejarnos del clima, del tráfico, del ruido, de los olores!
Podemos tener un sol magnifico, estar rodeados de un paisaje impresionante, y quejarnos del viento. Podemos tener una familia amante, una salud inquebrantable, un empleo satisfactorio, unos hijos maravillosos, y deprimirnos por nuestro aspecto físico. A veces nos concentramos en las características insignificantes de una persona y olvidamos todo lo demás. Nos molesta la risa fuerte de uno, la forma de vestirse del otro. Juzgamos a las personas en base a un rasgo de su personalidad y dejamos de ver su generosidad, su abnegación, sus buenas acciones y su decencia innata.
Me pregunto cuántos defectos de los discípulos Jesús pasó por alto. La impulsividad de Pedro, el perfeccionismo de Marta, las dudas de Tomás, la cautela exagerada de Nicodemo, la introversión de Zaqueo. Más allá de la primera impresión, más allá de las rudezas de su carácter, Jesús vio lo que podían llegar a ser por su gracia.
Nuestra perspectiva es diferente. Nosotros estamos en la misma situación que los discípulos. También tenemos defectos, heredados y cultivados. En el plano espiritual, no gozamos de ninguna superioridad real. Todos somos pecadores necesitados de perdón y redención.
Pablo abunda sobre las implicaciones de “sobrellevar”. Nos invita a tener una impresión realista de nuestro valor: “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”. Nos anima a tener una motivación espiritual en nuestro trato a los demás: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.
Meditemos en lo siguiente: Pablo también nos promete una recompensa para los que decidan actuar sobre la base de la bondad: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gal. 6:3-10). Pidámosle a Dios hoy, que nos ayude a vivir según la regla de oro: “Tratar a los demás como desearía ser tratado”.
(Tomado de: Herederos de promesas)

viernes, 22 de octubre de 2010

“A LOS AMIGOS LES GUSTA CONVERSAR”

“Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles”. Mateo 6:7

Hay momentos en la vida en que uno se siente solo, indefenso, impotente. Tal vez incomprendido, abandonado, rechazado. En esas horas, cuan bueno es saber que existe alguien bien cerca de ti. No puedes verlo, ni tocarlo, pero puedes sentirlo. Está allí, mirándote con amor. Es el amigo de todas las horas, de todas las circunstancias. Su nombre es Jesús, o Emmanuel, que quiere decir: “Dios con nosotros”.
¿Hablaste alguna vez con él? ¿Ya le abriste tu corazón como si fuera tu mejor amigo? El medio para hacerlo es la oración, ese acto maravilloso de conversar con Dios como se conversa con un amigo.
Muchas personas piensan que la oración es un instrumento para pedir cosas a Dios, y que Dios tiene la obligación de responder. Pero cuando pasan los días y parece que la oración no es respondida, se pierde la motivación para continuar orando.
La oración es un vehículo de comunicación con Dios, y su gran objetivo es cultivar el compañerismo con él, conversar con él, pasar tiempo a su lado, aunque eso no descarta la posibilidad de pedir. Pero si oras sólo para pedir cosas, pronto no tendrás más voluntad de orar.
Uno de los mayores enemigos de la oración es el formalismo. La oración no puede ser algo formal, aprendido de memoria. Repetir siempre las mismas palabras por considerar que es nuestro deber hacerlo no es cultivar el compañerismo con Dios. El secreto de una oración poderosa está en la sinceridad.
Debemos ir a Dios como estamos, abrirle el corazón y contarle todos nuestros sueños, tristezas, alegrías; en fin, hablarle, contarle lo que estamos sintiendo, lo que salió o no salió bien durante el día, compartir con él nuestras dudas nuestros aciertos y desaciertos. Cuando hablamos con Dios, no es para informarle sobre nuestros actos. El sabe todo. Conoce los secretos más íntimos de nuestro corazón. Necesitamos hacer eso para colocar nuestro ser en dependencia de él.
Meditemos en lo siguiente: Somos nosotros los que necesitamos de él, somos nosotros los que necesitamos sentirnos seguros a su lado y sentir su fuerte abrazo tomando nuestra frágil mano.
(Tomado de: A solas con Jesús)

jueves, 21 de octubre de 2010

“TRATAD A VUESTRAS ESPOSAS CON DIGNIDAD”


“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. 1 Pedro 3:7


María y Raúl llegaron un día al escritorio de un consejero espiritual, con el hogar al borde del colapso. ¿Dónde estaban los sueños que un día los llevaron al altar? ¿Qué sucedió en apenas cinco años de matrimonio?
-Fueron apenas seis meses de felicidad- dijo ella llorando-. Después todo fue agresión y angustia, que hoy se está transformando en desprecio e indiferencia.
Estamos viviendo en tiempos críticos para la familia. Los novios llegan al casamiento llevando debajo de la manga la posibilidad del divorcio si las cosas no salen bien. Cada día se acepta con más naturalidad la separación de un matrimonio.
Lo interesante es saber que todos los matrimonios llegan al altar queriendo ser felices y amándose mucho. ¿Por qué, entonces fracasan los hogares? Está probado por la propia vida que para ser feliz en el casamiento no basta simplemente con querer ser feliz, ni amar mucho al cónyuge, porque si fuese así, la gran mayoría de los casamientos serían un éxito.
¿Qué es lo que está faltando, entonces? “Vivid la vida común del hogar sabiamente”, dice Pedro. La sabiduría y el equilibrio son dones que sólo Cristo puede dar. Para que un matrimonio dure toda la vida es necesario que sea construido sobre bases sólidas, y no apenas sobre sentimientos y buenas intenciones humanas.
El marido necesita ir cada día a los pies de Jesús y deponer ante él su intransigencia, su radicalismo, su autoritarismo. Necesita decir: “Señor, habita en mi por la presencia de tu Santo Espíritu y transforma mi carácter. Ayúdame a considerar a mi esposa como a ´vaso más frágil´, y enséñame a tratarla con respeto y dignidad.
Jesús, que ve y comprende todo, sin duda irá puliendo las aristas de nuestro carácter, y nos enseñará a vivir (a ambos hombre y mujer) la esencia del evangelio en la “vida común del hogar”.
Meditemos en lo siguiente: No permitamos que esta vida tan agitada y llena de actividades nos impida escoger tiempo para estar a solas con Jesús. Dejemos que Cristo entre en nuestro hogar y coloque cada cosa en su lugar. Sólo debemos decirle: “! Señor, acepto!”
(Tomado de: A solas con Jesús)

miércoles, 20 de octubre de 2010

“VUELVE A LEVANTARTE”


“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?” Le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te amo”. El le dijo: “Apacienta mis corderos”. Juan 21:15


¿Has fracasado alguna vez? ¿Sientes que tu interior está roído por las insidiosas emociones de la vergüenza y el remordimiento? Entonces necesitas repasar el fracaso y la restauración de uno de los grandes discípulos del Señor para cobrar ánimo. Durante el juicio y la crucifixión del Señor Jesucristo era cuando más se necesitaba que los discípulos permanecieran cerca de su maestro y que se mantuvieran firmes y unidos, como muestra de lealtad a su amado Señor. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Todos lo abandonaron, y Pedro llegó al extremo de negar a Jesús tres veces.
¿Imaginas cómo se sintió Pedro después de haber negado a su Señor, con todos los agravantes de las más viles y ofensivas maldiciones? La Biblia dice que “comenzó a maldecir y a jurar” (Mat.26:74). Y ahora su Señor y Maestro se presentó en la playa. Les habló con la misma cortesía y consideración de siempre. El milagro de la pesca milagrosa y la forma de ser peculiar de Jesús hicieron que Juan lo conociera y le dijera a Pedro: “Es el Señor” (Juan 21:7).
Después de disfrutar de una comida preparada por Jesús, celebraron una sobremesa, al estilo de las anteriores. Y entonces el Señor Jesús restauró a Pedro al ministerio y al apostolado. Jesús comprendió que lo que iba a decir haría que Pedro pasara por un momento incómodo. De modo que no lo dijo hasta después de que todos hubieron comido. ¡Generoso Señor que facilita el arrepentimiento y perdona a los seres humanos tan frágiles y dados a errar!
“Tres veces había negado Pedro abiertamente a su Señor, y tres veces Jesús obtuvo de él la seguridad de su amor y lealtad, haciendo penetrar en su corazón esta aguda pregunta, como una saeta armada de púas que penetrase en su herido corazón. Delante de los discípulos congregados Jesús reveló la profundidad del arrepentimiento de Pedro, y demostró cuán cabalmente humillado se encontraba el discípulo una vez jactancioso”.
Meditemos en lo siguiente: La misma gracia y consideración que Jesús tuvo con Pedro son para nosotros hoy. Dios no desea que quedemos derrotados, avergonzados, sin más oportunidad de gozar de su compañerismo. El quiere que renovemos nuestro compromiso y que continuemos en la senda del deber a la cual nos ha llamado. Levántate nuevamente. El no ha cerrado la puerta de la oportunidad.
(Tomado de: Siempre gozosos)

martes, 19 de octubre de 2010

“CÓMO TENER PAZ”


“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Fil. 4:7


La paz de Dios fortalece el alma y previene los temores y la ansiedad porque edifica nuestra resistencia interior y cambia nuestras actitudes. Pero, ¿cómo la obtenemos?
En primer lugar, la paz de Dios es un don. No es algo que podemos construir o inventar; tampoco es producto de la sugestión. Es un sentimiento real infundido por Dios al alma que cree en él. Hay tres principios importantes en las Escrituras que nos hablan de cómo tener paz:
1.- Creer: Esta paz viene por la fe. La palabra griega para “creer” tiene la misma raíz que la palabra “fe”. San Juan 14:1 nos señala que la paz interior está unida a la fe. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi”. La persona que se acerca a Dios debe hacerlo por fe, debe “creer que el existe” (Heb.11:6). Creemos en Dios y en el don de su Hijo, nuestro Salvador.
2.- Pedir perdón: Debido a que se fundamenta en una relación con Dios, la obtención de la paz interior debe comenzar con un reconocimiento de nuestros pecados. No podemos tener paz, si no tenemos paz con Dios. El autor de los Proverbios lo dijo así: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (28:13).
3.- Poner a Dios en primer lugar: Una de las mayores causas de ansiedad es la multiplicidad de asuntos a los cuales damos importancia. Es verdad que tenemos preocupaciones, muchas de ella válidas, pero entre todo lo que consideramos importante, ¿qué es absoluta y esencialmente indispensable? La Palabra nos dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat.6:33). Esta es la expresión bíblica de la prioridad máxima del ser humano.
Meditemos en lo siguiente: Necesitamos un propósito central, una idea que domina todas las otras. Cuando Cristo sea esa idea central en su vida, usted tendrá paz.
(Tomado de: Herederos de promesas)

lunes, 18 de octubre de 2010

¿HASTA CUANDO?


¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?”. Sal. 13:1


La pregunta de David es una pregunta que nos hacemos a menudo, en tiempos de dificultad. El salmista se hizo esta pregunta seis veces. Hasta los mártires del evangelio preguntaron: ¿Hasta cuándo, Señor? (Apoc. 6:10).
Sé que hay momentos tan oscuros en la vida que, humanamente, sentimos que Dios se olvidó de nosotros. David pasó por muchos momentos así. Cuando escribió este salmo, estaba huyendo de Saúl. Eran tiempos difíciles. Un día hasta llegó a decir que estaba a “un paso de la muerte”. (1 Sam. 20:3).
¿De quién estás huyendo hoy? ¿Qué problema tratas de olvidar? ¿Qué tipo de presiones enfrentas? Por ventura, ¿ya pensante que la única salida podría ser abandonar todo y desaparecer? ¿Miras a tú alrededor y no ves luz? ¿Clamas y da la impresión de que Dios no responde?
Todos los días necesitamos aprender a lidiar con los sentimientos. Los sentimientos, a menudo son traicioneros. Cuando estamos bien, nos hacen sentir que estamos mal, y viceversa. Distorsionan la realidad. Ponen una venda en nuestros ojos y nos impiden ver la mano poderosa de Dios.
Hay momentos en la vida que todo parece estar rodeado de nubes oscuras, pero no olvides que por encima de ellas, brilla el sol. No hay nubes, ni tempestad capaz de apagar el sol.
Por tanto, no te desesperes. Si Dios, en su infinita sabiduría permite que tú vivas el momento que estás viviendo, es porque tiene algo mejor para ti.

Meditemos en lo siguiente: Espera un poco y el sol brillará de nuevo. Dios no se olvidó de ti. El no cabecea, ni duerme, siempre está vigilante. Por tanto, no te preguntes como David: ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
(Tomado de: Cada día más sabio)

viernes, 15 de octubre de 2010

¿PROBLEMAS?

Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”. Sal. 34:19

Hoy en día muchas personas están atravesando el valle de la aflicción. Casi todas tienen la misma pregunta: ¿Por qué los problemas aumentan en mi vida, cada vez que decido acercarme a Jesús?
El versículo de hoy es la respuesta. En este verso, encontramos dos promesas. La primera: “Muchas son las aflicciones del justo”, y la segunda: “De todas ellas le librará Jehová”.
Si tú quieres ser un cristiano auténtico, prepárate para recibir ambas promesas. La primera es que en este mundo, tú enfrentarás momentos de dificultad. Esto es bíblico. San Pablo, escribiendo a los filipenses, dice: “Porque a vosotros os es conocido… no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Fil. 1:29). Y el mismo Señor Jesús afirmó ante sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33).
El sufrimiento es una realidad de la vida. Es inevitable. Mucho más para los que deciden seguir a Jesús. Pero, la segunda promesa afirma que, finalmente, el Señor librará a sus seguidores de todas las dificultades.
Mucha gente imagina la felicidad como una vida sin problemas, pero en este mundo, las espinas forman parte de las rosas, la noche forma parte del día, y las lágrimas forman parte de la alegría. Tú puedes ser feliz en medio de las dificultades, si sabes administrarlas, en la certeza de que el Señor te librará de todas ellas.
El Salmo 34 es un himno de loor a Dios, porque Dios libró a su pueblo, y no porque sus hijos tuvieron dificultades. Entender este hecho puede ser el comienzo de una nueva dimensión en la vida.
Dios cura el corazón herido, pero la intervención divina no tendría sentido si el corazón no estuviera herido. El restaura tus sueños, porque ellos estaban destruidos. Dios promete librarte, no eximirte del problema.
Meditemos en lo siguiente: ¿Cuáles son las aflicciones que estas enfrentando hoy? No importa. Antes de partir para enfrentar la montaña de dificultades que está ante ti, memoriza este versículo y repítelo a lo largo del día: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”.
(Tomado de: Cada día más sabio)

jueves, 14 de octubre de 2010

UNA INFLUENCIA POSITIVA


“Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; mas por la boca de los impíos será trastornada. Prov. 11:11


Tú eres parte de una comunidad. En la vida profesional, religiosa, familiar o social tú no eres una isla separada de las otras personas. Todos dependemos de todos. Todos ejercemos influencia, para el bien o para el mal. Las palabras y acciones son determinantes, y nadie puede evitar las consecuencias.
En 2004, el pequeño principado de Palau, fue conmocionado con el asesinato cruel de una familia de misioneros brasileños. La policía capturó enseguida al asesino. El país estaba avergonzado con la acción perversa de un miembro de su comunidad.
Algunos días después llegaron a Palau los padres de los misioneros y, para sorpresa de todos, la madre enlutada visitó al asesino que estaba preso, y le dijo que lo perdonaba a pesar del terrible dolor que estaba sintiendo por la muerte del hijo.
La noticia de esta extraña visita a la prisión conmovió a todo el país y las personas encontraban difícil creer que en un mundo de tanta violencia, pudiera haber todavía lugar para el amor y el perdón.
Creo que en circunstancias parecidas, la reacción natural de cualquier ser humano, sería dar lugar al deseo de venganza o, al menos, “exigir” justicia, esperando que el criminal quedase por el resto de su vida en la prisión. La actitud de esta madre no fue fruto de ningún tipo de filosofía, sino del resultado del trabajo que Espíritu de Dios realiza en el corazón de personas sinceras que buscan vivir una experiencia de comunión diaria con Jesús.
Meditemos en lo siguiente: Tú no necesitas aislarte del mundo para intentar ser bueno. Tú puedes continuar con tus actividades diarias, participando de la vida de tu comunidad, cumpliendo con tus deberes de ciudadano, viviendo, en fin, como un ser humano normal y, sin embargo, teniendo la conciencia de que nunca estás solo. Jesús está siempre a tu lado, inspirando en ti los sentimientos más puros y nobles, en medio de las adversidades y dificultades que puedan aparecer.
(Tomado de: Cada día más sabio)

miércoles, 13 de octubre de 2010

NO ESPERES SER ENTENDIDO


“El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entrometerá en su alegría”. Prov. 14:10


¿Estás triste hoy por algún motivo? ¿Nadie comprende lo que traes en el corazón? La vida es así. Eso es lo que Salomón afirma en el versículo de hoy. Sólo tú conoces la verdadera dimensión de tus alegrías o tristezas.
El corazón es un cofre cerrado. Nadie puede abrirlo. Tú no puedes explicar con palabras lo que hay dentro del santuario sagrado de tu mundo interior. Por eso, es necesario aceptar la realidad de la vida, sin esperar a ser “comprendido”.
Pero Dios no te dejó abandonado en este mundo para llevar solo la tristeza que muchas veces llena tu vida. Jesús dice: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28). Jesús es refugio para los desesperados y seguridad para los temerosos.
Es posible que en esta vida nadie te comprenda. Te juzgarán por tu apariencia y no por tu corazón. Se impresionarán por el título académico que posees, y no por la disposición interior que tienes para luchar y crecer. Si te quedas parado, esperando ser entendido por los otros, desperdiciarás tu vida en lamentaciones y quejas, y cuando abras los ojos, el tiempo habrá pasado.
Acepta hoy el desafío de construir la vida de un modo diferente. Confía menos en el ser humano y más en Dios. Cuando las flechas de la incomprensión humana aparezcan intempestivamente, escóndete en los brazos de Dios, cuéntale todo a él. El no ignora tu situación, pero cuando tú abres el corazón a Dios, el dolor se torna menos intenso, la carga más liviana y la oscuridad menos densa.
Meditemos en lo siguiente: Haz de Dios tu amigo de cada día. Es mejor andar con él en la oscuridad que caminar solo en plena luz del día, esperando ser comprendido por las personas. En lugar de querer ser comprendido, trata de comprender, en vez de esperar una mano auxiliadora, extiende la mano para socorrer. Siempre hay alguien más necesitado que tú.
(Tomado de: Cada día más sabio)

martes, 12 de octubre de 2010

EN TODO TIEMPO

“Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová”. Sal. 113:3
Es común alabar a Dios cuando el corazón rebosa de alegría y gratitud. Es también común buscarlo cuando las cosas parecen escapar del control y tú sientes que no tienes más fuerzas para continuar resistiendo los huracanes de la vida, aquellos vendavales emocionales que se llevan hasta las ganas de seguir viviendo.
¿Cómo reaccionamos ante situaciones que a veces ni podemos comprender? Traición, infelicidad, abandono, muerte, enfermedad. Buscar a Dios en los momentos de alegría y tristeza será más fácil si la declaración del versículo de hoy es una realidad en tu experiencia.
Alabar el nombre de Dios debe ser un acto permanente. “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone”. Andando, viajando, trabajando, viviendo, la alabanza debe estar presente en cada latido del corazón.
El humanismo de nuestros días concentra la atención del hombre en el propio hombre. “Busca la solución dentro de ti mismo”, afirma. “Saca la energía de tu interior”, declara. En contraste, la teología bíblica es teocéntrica. Según ella, todos los caminos e intenciones humanas deben converger en Dios. La Biblia enseña que Dios está en los cielos, pero que quiere estar en la vida de la criatura. Todos los días, en todos los momentos.
¿Dejarás que Dios camine a tu lado hoy? ¿Le pedirás orientación antes de tomar la decisión que necesitas tomar? Separarse de la presencia de Jesús, solo por un minuto, es como quitar el tubo de oxigeno de un enfermo terminal. Si aprendes a sentir la presencia de Dios en todo momento, te será más fácil hacerlo en medio del dolor, cuando las lágrimas te impidan ver al Señor.
Meditemos en lo siguiente: Ábrele el corazón a Jesús. Abraza a tus amados antes de salir de casa. Anima al débil, consuela al triste y encara con optimismo los desafíos de este día. Y no olvides alabar a Dios en todo momento.
(Tomado de: Cada día más sabio)

lunes, 11 de octubre de 2010

TEN ÁNIMO. DIOS ESTÁ CONTIGO


“Ahora, así dice Jehová, creador tuyo, oh Jacob, y formador tuyo, oh Israel. No temas, porque yo te redimí; te puse nombre mío eres tú”. Isaías 43:1


Dios tiene preparadas buenas cosas para nosotros. No importa lo que suceda, todo, absolutamente todo, obrará en tu favor. Así lo afirma la Sagrada Escritura: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Rom. 8:28).
Debemos saber que Dios tiene un plan para nuestra vida. De otra manera, la existencia sería una tragedia incomprensible. A menos que, al crearnos, Dios haya tenido un propósito, las cosas que nos ocurrieran no podrían explicarse: la vida sería un misterio. Entender esto nos ayudará a enfrentar la vida con valor y confianza. Muchas cosas serán inexplicables, pero será motivo de consuelo saber que Dios tiene un propósito para tu vida y que el final es lo que cuenta.
Otro motivo de consuelo es creer que Dios sabe lo que está haciendo. No importa la ruta que tome, o la manera en que trabaje, sea difícil de aceptar. Para llevarlo a ser gobernador de Egipto y salvador de su familia, Dios condujo a José a través del desprecio, la esclavitud, el maltrato injusto, y la cárcel.
Quizás pienses que Dios solo tiene un plan para algunos, pero no es así. Fuimos creados con diseño exclusivo. El molde en que fuiste formado nunca más se volvió a usar. Eres una creación única, traída a este mundo con un propósito único.
Es posible que muchas veces no entiendas el plan de Dios, y no sepas a dónde quiere guiarte. Puede ser que en algún momento sientas que solo te ocurren cosas malas. Pero recuerda que todas las cosas en las manos de Dios redundarán para tu bien.
Los muchos años de paciencia sufriendo injusticias finalmente terminarán, y él “exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el medio día” (Sal.37:6). Dios puede armar los pedazos rotos de un hogar desecho. El puede armar el rompecabezas de tu vida, porque él es el TODOPODEROSO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Meditemos en lo siguiente: Dios no pierde el control cuando ocurre la tragedia. Tampoco pierde el control cuando cambian las circunstancias. Las cosas suceden porque Dios tiene un propósito para nuestra vida. Haz sido creado por designio divino. Hay un plan divino para tu vida y todo lo que suceda obrará en tu favor. (Tomado de: Siempre gozosos)

viernes, 8 de octubre de 2010

¡GRACIAS SEÑOR!


“Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”. Sal. 40:2


El salmo de hoy, muestra el proceso maravilloso de la salvación. Una persona está completamente destruida por el pecado y, de repente, se deja encontrar por el Señor Jesús. Lo acepta como su Salvador personal y el Señor la transforma en un príncipe para su reino.
David describe hoy en un solo versículo de qué manera trata Dios al pecador arrepentido. “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación”, dice. El salmista está hablando aquí de la prisión. El pecado aprisiona, esclaviza, no te deja ir adonde tú quieres ir, te quita la libertad.
Cuando el salmista se dejó arrastrar por el pecado, fue literalmente al fondo del pozo y sin saber adónde ir ni qué hacer con su vida, clamó pidiendo socorro y el Señor apareció. Jesús está siempre listo para aparecer en la vida de cualquier ser humano que clama pidiendo perdón. Pero él no puede hacer nada por los que tratan de “justificar”, “racionalizar” o “explicar” sus acciones equivocadas.
El texto dice: “puso mis pies sobre peña”. ¿Quién es esa peña o esa roca? Jesús es la Roca de los siglos. El pecador ahora está libre, perdonado y justificado en la Roca. Está salvo en Cristo, porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El trabajo de Jesús no termina solamente con eso. El salmo dice: “y enderezó mis pasos”. Si tú tratas de ser un verdadero cristiano, descubrirás que no es fácil andar con firmeza. El camino está lleno de peligros y tentaciones. Muchas veces los pies vacilan y tú resbalas y te lastimas. Jesús es la única solución. El no es únicamente tu Salvador, es también tu Sustentador.

Meditemos en lo siguiente: Jesús te llevará hasta la victoria final. Completará en ti la obra que comenzó. Por eso, di con gratitud en tu corazón:”Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”.
(Tomado de: Cada día más sabio)

jueves, 7 de octubre de 2010

FE DE GIGANTES


“Entonces dijo David al filisteo: “Tu vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”. 1 Sam. 17:45


Todos conocemos la historia de David y Goliat el gigante. Se cree que Goliat medía entre tres y cuatro metros de altura y que pesaba varios cientos de kilos. Tenía armas pesadas y su aterrador aspecto llenaba de terror los corazones de todo el ejército de Saúl. Según la lógica humana, David no estaba a la altura de semejante reto.
El propio David comprendió de inmediato, que más allá de la evidencia física, aquella batalla era de naturaleza espiritual. Era una batalla entre Dios y Satanás, el enemigo de nuestras almas. Era una de las batallas del conflicto de los siglos.
En nuestra vida se presentan constantemente problemas y desafíos que, cual poderosos gigantes, parecen invencibles. Quizá el Goliat de tu vida venga en forma de un endeudamiento, la muerte de un ser querido, la salida del hogar de un hijo adolescente, la noticia de alguna enfermedad grave, una relación rota o la traición de un amigo. Saber cómo responder a estos problemas gigantescos es de importancia crítica para nuestro crecimiento espiritual. Dios no quiere que nos hundamos en la duda y la preocupación.
El Señor tiene un plan para desarrollar nuestra fe. Por eso a menudo nos permite afrontar la adversidad y desafíos de todo tipo. Dios “estira” nuestra fe y profundiza nuestra dependencia de él. Satanás, en cambio, procura hacernos creer que no somos dignos del amor y el afecto de Dios. Sin embargo, Satanás no puede derrotar el amor de Dios.
El Señor no nos ama por lo que hacemos, sino por lo que su Hijo hizo por nosotros en la cruz del Calvario. No hay nada que podamos hacer para ser dignos del amor incondicional de Dios. Simplemente está ahí para que lo tomemos.
Meditemos en lo siguiente: ¿Enfrentas un inmenso problema hoy? Cualquiera que sea, haz lo que hizo David: Echa mano de la gran verdad de que Dios te ama con amor constante, te salgan las cosas bien o menos bien. El no permitirá que experimentes la derrota. Puede ser que pases momentos de fracaso y que la vida no siempre sea como la planeaste, pero al final Dios será glorificado y tú serás bendecido. (Tomado de: Siempre Gozosos)

miércoles, 6 de octubre de 2010

TU PASADO TIENE FUTURO


“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”. 2 Cor. 5:17


La carta terminaba así: “Esa es la historia de mi vida: un error tras otro, una tontería tras otra. ¿Y qué resta? Sólo harapos, sólo pedazos que nadie podrá juntar. La vida concluyó. Ya no hay más futuro para mí, nadie más cree en mí, todos me condenan”.
Esta carta la envió una persona atribulada al Pastor Alejandro Bullón. El comparó el contenido de esta carta con la historia de María Magdalena. Quien había hecho tantas cosas equivocadas en la vida, que nadie era capaz de creer que pudiera levantarse.
Pero un día se encontró con Jesús, y fue perdonada y transformada. Su gratitud fue tan grande que, durante una fiesta, en medio de mucha gente, lavó los pies de Jesús con un perfume costoso, y los besó y secó con sus largos cabellos. Entonces, un fariseo la vio y pensó: “Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora” (Luc. 7:39).
Para Jesús, ella “había sido” una pecadora, no lo era más porque él estaba entre la mujer y su pasado; y él es lo que hace la diferencia entre el pasado y el presente, entre la vida y la muerte, entre el fracaso y la victoria.
Jesús no cuenta el pasado, por más improductivo que haya sido. Para él, la historia de mi vida es apenas historia, por más que esté llena de episodios escabrosos. Lo que cuenta para él es mi presente y mi futuro, y él siempre ve un futuro glorioso y promisorio en cualquier persona.
Meditemos en lo siguiente: A veces uno cae, se levanta, pide perdón, vuelve a caer y nuevamente pide perdón. Tú dices, avergonzado: “Señor, aquí estoy otra vez”. Y Jesús te mira con amor y te pregunta: “¿Otra vez?” ¿Por qué dices otra vez si es la primera vez que te veo aquí? Sabes, cuando Jesús perdona, olvida. El arroja tu pasado en lo profundo del mar y te muestra el azul inmaculado de un cielo sin límites, lleno de posibilidades futuras.
(Tomado de: A solas con Jesús)

martes, 5 de octubre de 2010

CONOCER PARA CONFIAR


“Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan”. Hebreos 11:6


Fe es confianza. Tener fe en Dios es confiar en él; pero nadie puede confiar en alguien que no conoce, y nadie puede conocer a una persona si no convive con ella.
Cuando alguien dice que no tiene fe, está queriendo decir que no confía en Dios, y el hecho de no confiar en él significa que no lo conoce, porque no convive con él, no pasa tiempo con él.
Eso es lo que Pablo está queriendo decir cuando afirma que sin fe es imposible agradar a Dios.
¿Qué es lo que deja triste a Dios? El creó al ser humano para vivir cerca de su corazón. Le gustaría andar con el ser humano como lo hizo con Enoc, Abraham, Noé y los otros personajes de la Biblia. Pero el ser humano muchas veces está preocupado por otras cosas en lugar de correr a los brazos de Jesús y vivir con él una vida de comunión permanente.
No hay nada que deje a Dios más triste que el hecho de que alguien no quiera pasar tiempo con él.
Cuando esa tarde Dios llegó al jardín y se encontró con el hombre caído, no se entristeció sólo porque había comido un fruto. Lo que lastimó su corazón fue la ausencia del hijo. ¿Dónde estaba el hijo querido que corría a sus brazos y disfrutaba de su compañía?
La fe no es algo que el hombre produce en soledad. La fe es confianza, y la confianza nace naturalmente de la relación de dos personas que viven juntas. ¿Haces de Dios tan sólo el Ser supremo que habita en las alturas del cielo? ¿O Dios es para ti un amigo que participa día a día de tu vida cotidiana?
Meditemos en lo siguiente: Al salir esta mañana hacia tus actividades diarias, permite que Jesús vaya contigo. Consúltalo antes de tomar una decisión, deja que él participe de tus sueños y planes. Convive con él. Conócelo y confía en él. Sé una persona de fe.
(Tomado de: A solas con Jesús)

lunes, 4 de octubre de 2010

EL DESAFÍO DE UNA NUEVA VIDA


“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra estas cosas no hay ley”. Gálatas 5:22,23


Si el Espíritu Santo dirige nuestra vida, este hecho se verá reflejado en el fruto de un carácter y una obra que evidenciarán tal conducción.
Lo que naturalmente se produce en la vida cuando está dirigida por el Espíritu Santo se manifestará en un contraste total con las obras de la “carne”; es decir nuestra “naturaleza pecaminosa”.
Somos seres sociales y necesitamos vivir acompañados, pero muchas veces poseemos cualidades de carácter que entorpecen la convivencia con los demás. Es probable que conozcas a alguna persona que se aísla del resto de sus amigos de manera involuntaria. Hay personas con las que nadie quiere convivir porque son impacientes, intolerantes y antisociales, en otras palabras, insoportables. Y es que la naturaleza que nos rige a todos es egoísta, con cualidades contrarias al control de Cristo en nuestras vidas.
La persona cristiana buscará morir con Cristo y resucitar con él a una vida nueva, limpia de vicios indeseables del viejo hombre, para que así se desarrolle el precioso fruto del Espíritu. Quizá podamos hacernos la pregunta que se hizo Nicodemo: “¿Cómo es posible que esto suceda?” (Juan 3:9).
La única manera es si alimentamos nuestra mente con la lectura atenta de la Biblia cada día y buscamos a Dios en oración constante, pidiéndole que perdone nuestros pecados, confirmándole nuestro deseo de pertenecerle, y rogándole que quebrante el poder con el que Satanás nos ha atado a nuestras malas inclinaciones. Eso significa dedicarnos al Señor de tal manera que el Espíritu Santo pueda transformar nuestros gustos, actitudes y pensamientos para habilitarnos a vivir con él. Es una lucha diaria.
Meditemos en lo siguiente: La fe en Jesús aumentará a medida que nos familiaricemos más con el Redentor espaciándonos en su vida inmaculada y en su infinito amor.
(Tomado de: Libérate)