jueves, 27 de octubre de 2011

Dios es el que justifica

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
Romanos 8:33.

El otro día, recibí la carta desesperada de una persona atormentada por los errores del pasado. Creía que no tenía derecho a ser feliz. Esa intranquilidad interior se manifestaba en un temperamento agresivo e impaciente, y estaba creándole problemas familiares. La esposa le había perdido el divor¬cio, y el hijo mayor había abandonado el hogar.
Vamos a analizar la palabra "justificados". Literalmente, este vocablo denota la idea de "ser hecho, o ser declarado, justo". Antes de ser justificados, éramos injustos, enemigos de Dios. Corríamos detrás de los placeres de la carne. No nos importaba lo que Dios sentía o pensaba; vivíamos como si Dios no existiese, aunque no tuviésemos conciencia de ello.
En consecuencia, el sentimiento de culpa nos acusaba día y noche. Pero, al ser justificados, somos perdonados, aceptos por Dios, reconciliados, res¬taurados a la relación de amor con Dios que habíamos perdido por causa del pecado.
¿Y cuál es el resultado? Tenemos paz con Dios. ¿Por qué tenemos paz? Porque el pecado nos había hecho culpables, y vivíamos desesperados. En realidad, lo que nos pone en guerra con Dios es el pecado; la justificación retira la culpabilidad del pecado y, quitado ese obstáculo, deviene la paz.
No hay nada más importante, para una persona, que tener paz con Dios: tú puedes tener todo el éxito del mundo pero, si no estás en paz con Dios, de nada te vale. Tu corazón siempre estará vacío, y correrás de un lado al otro tratando de llenarlo con cosas minúsculas y pasajeras, que solo te dejarán el sabor amargo de la frustración.
Hoy es un nuevo día. ¡Reconcilíate con Dios! Todo lo que necesitas hacer es reconocer que no puedes encontrar la salida por tus propias fuerzas. Ense¬guida, dile a Dios que reconoces su poder y que sabes que él puede rescatarte del abismo en que te encuentras. Y, finalmente, corre a los brazos de Jesús, confiésale tus errores y acepta su maravillosa gracia.
Sal a enfrentar tus deberes en este día. Y no vivas atormentado por el pasa¬do, porque "¿quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica".

Dios te bendiga…!!!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Por la fe

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado. Hebreos 11:24,25.

El resultado de esa decisión será gozo o desgracia eternos.
El enemigo de Dios promete gozo, y miles van detrás de él. El gozo de este mundo comprende placer, poder, dinero, fama, en fin. Pero, todo eso es temporal y pasajero; al fin, encuentras la muerte. Y el enemigo no te habla de eso.
Si, por el contrario, decides seguir a Jesús, puedes sufrir en esta tierra. No afirmo que vas a sufrir; digo puedes sufrir, porque vives en un mundo de dolor. Solo que el sufrimiento es pasajero; finalmente, encontrarás el gozo eterno en Jesús.
Nota la diferencia: gozo pasajero en este mundo y muerte eterna al final, o sufrimiento pasajero en este mundo y al fin, el gozo eterno con Jesús.
El poder, el dinero, el placer y la fama no son malos en sí. El placer, por ejemplo, es fruto de los sentidos, y los sentidos fueron colocados, en tu cuer¬po, por Dios. No hay nada de malo en sentir placer: el problema aparece cuando empiezas a vivir solo en función de ello. Eso sucede con el ser hu¬mano de nuestros días. Busca desesperadamente el placer, y no se satisface con nada. Entonces, entra en el terreno sombrío de las depravaciones y las aberraciones de conducta. Es un hombre vacío. No tiene a Jesús en el cora¬zón, y un corazón sin Cristo será siempre insatisfecho y pensará que el gozo se limita a la satisfacción de los sentidos.
Pero, cuando el hombre se deja encontrar por Jesús, todo cambia: conti¬núa sintiendo placer, pero el placer no es el motivo de su vida; la razón de su existencia es Jesús, y el resultado de eso es el gozo en este mundo, a pesar de las tribulaciones, y el gozo eterno cuando Jesús vuelva. Todos, en algún momento de la vida, tenemos que escoger a quién servir. Entrégate a Jesús. Acéptalo como el Señor de tu vida. Vive con él la más linda experiencia de amor. Y recuerda que "por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado".

Dios te bendiga…!!!

martes, 25 de octubre de 2011

La alegría del dolor

Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido teni¬dos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
Hechos 5:41.

La idea central del versículo de hoy es el gozo en medio de la tribulación.
¿Cómo es posible gozar, en medio de la tribulación? La mente no convertida jamás podrá entenderlo, porque este gozo es un fruto del Espíritu. No se vive solo en los momentos "buenos", también está presente en las dificultades.
Obviamente, nadie desea tener una vida llena de problemas. Pero, cuan¬do los problemas aparecen, el cristiano no se deja abatir sino que se gloría en ellos. "Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones", menciona Pablo.
Podemos aprender de Pedro y de Juan. Ellos acababan de pasar por un momento de humillaciones y sufrimientos por causa de Cristo, y salieron "gozosos de padecer afrenta y de ser avergonzados por causa de Dios". El do¬lor no los sumergió en la arena movediza de las lamentaciones y las quejas. Defendían el nombre de Jesús y, aparentemente, habían sido abandonados por Dios: ¿qué motivo habría para regocijarse? Pero, el cristiano no se rego¬cija "por", sino "a pesar de".
Pablo explica las causas del gozo en la tribulación: dice que la tribulación es una herramienta que Dios usa para el crecimiento cristiano. Y, sin duda, Pedro y Juan salieron más maduros de la tribulación; tan maduros que Pedro no temió ser crucificado por causa de su Maestro.
El gozo en la tribulación no es alegría placentera; no es el deseo de dar carcajadas: es satisfacción, serenidad de saber que el dolor que estamos vi¬viendo tiene un propósito. Pero, al mismo tiempo, es la esperanza, la certi¬dumbre de que el dolor pasará, porque Dios así lo ha prometido.
Si en este momento estás atravesando el valle de la sombra y de la muer¬te, no desesperes. Si es preciso llorar, llora. Pero, permite que Jesús enjugue tus lágrimas; que sus manos, horadadas por los clavos del dolor, toquen tu corazón sangrante y te den paz. Recuerda que Pedro y Juan también pasa¬ron por lo que estás pasando, y "ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre".
Dios te bendiga…!!!

viernes, 21 de octubre de 2011

Se escondieron

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Génesis 3:8.

Martín era otra persona. El hombre que salía todos los días, por la mañana, a correr oyendo música; el vecino educado, que saludaba a todos; el jefe atento, que siempre tenía una palabra de ánimo para sus emplea¬dos; el padre afectuoso; el marido cariñoso, ya no existía más. En su lugar, apareció un hombre solitario, cerrado, triste... Nadie entendía lo que pasaba, ningún miembro de la familia, ningún empleado en el trabajo, ningún veci¬no; nadie. Solo él.
La noticia explotaría en cualquier momento; era solo cuestión de días: ella había jurado hacer un escándalo frente a la casa de su familia, si él no reconocía al hijo que tuvo con ella. Si las amenazas se hicieran realidad, to¬dos sabrían la verdad. La ansiedad lo carcomía por dentro, como un violento cáncer. Su mente pasaba todo el día pensando en una solución, una salida, pero no la encontraba: sería demasiada la vergüenza. ¿Qué hacer?
Pensó en huir; pidió ser transferido en el trabajo; pensó en quitarse la vida. Llegó, incluso, a considerar cometer un asesinato. Y, en esa búsqueda insana de una solución humana, dejó de vivir, sin nunca haber muerto.
Eso es lo que hace el pecado: te quita la vida sin matarte. El sentimiento de culpa es una de las más poderosas fuerzas de la mente humana: hiere, pa¬raliza, destruye. En el caso de Martín, lo llevó a la desesperación. En el caso de Adán y de Eva, los llevó a esconderse de la presencia de Dios.
El sentimiento de culpa, que te lleva lejos de Dios, es la peor consecuencia del pecado. Y el enemigo aprovecha para susurrarte al oído: ¡Huye, huye mientras estás a tiempo; porque lo que tú hiciste no tiene perdón! ¡Mira lo que hiciste!
El texto de hoy muestra dos verdades: la primera es que el sentimiento de culpa lleva al ser humano lejos de Dios. La otra verdad es que, por más que el ser humano huya, ¡Dios va detrás de él! Y no existe lugar, en este universo, a donde puedas esconderte de tu Padre, que llega a ti diciendo: "Hijo, ¿dónde estás? Vuelve a mí, porque yo te amo. Soy tu padre; te doy mi perdón cuantas veces lo necesites".
Hoy, al comenzar un nuevo día, procura oír la voz de Dios, y aprende la lección de lo que les sucedió a Adán y Eva, quienes "oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto".

Dios te bendiga…!!!!

jueves, 20 de octubre de 2011

Con todas tus fuerzas

Y amarás a Jehová tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Deuteronomio 6:5.

El problema, para entender correctamente este versículo, es el hecho de que vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la palabra amor; tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos idiomas, se "ama" a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a la iglesia, la profesión, en fin... No existen varias palabras para definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y el hebreo, no sucede lo mismo.
En este versículo, por ejemplo, en el original hebreo la palabra "amor" es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable; un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.
Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. Desdichadamente, el amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.
Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz, incompleto y vacío.
Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir, a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.
¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como pro¬pósito, hacerte feliz. Es de lamentar que, para entender algo tan simple, mu¬chas veces sea necesario sufrir y llegar a la desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.
Con esto en mente, comienza el día recordando: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".

Dios te bendiga…!!!

miércoles, 19 de octubre de 2011

El secreto de la vida

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales ha¬ciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Levítico 18:5.

Alvaro anda perdido, en la floresta de sus fracasos. Son varios; muchos, para su corta existencia. Se da cuenta de que la victoria está allí: esa vic¬toria, hasta ahora solo soñada, apenas deseada, pero inalcanzable, estaba allí. La tiene en la punta de los dedos, y se pregunta, ansioso: "¿Qué me falta?"
El texto de hoy es la respuesta: Alvaro no guarda las instrucciones divi¬nas. "Guardar", en el original hebreo, es shamar, que literalmente significa seguir, cumplir, obedecer: este es el secreto de una vida victoriosa. Dios no te creó y te dejó, flotando, en el universo para que, solo, por tus propios medios, trates de ser alguien realizado y victorioso; no. Al crearte, te dio el manual de instrucciones para una vida feliz. Ese manual es la Biblia. Y, en el tiempo de Israel, Dios recomendó a su pueblo: "Guardarás mis instruccio¬nes, y vivirás".
La enseñanza continúa valiendo para nuestros días: no hay manera de alcanzar el puerto soñado de la realización sin obedecer las pautas divinas.
La Biblia no es una colección de prohibiciones, como algunos piensan; tampoco es un libro antiguo, que servía para gente de otros tiempos: sus en¬señanzas son actuales, y se adaptan al ser humano de todas las generaciones. Es una carta de amor, que Dios te dejó para mostrarte el camino que te lleva hacia una vida feliz.
Millones han tratado de ser felices con sus propios métodos, sin Dios y sin instrucciones; han alcanzado fama, dinero y poder. Pero, eso no es feli¬cidad; eso no realiza ni satisface al ser humano. Solo en Jesús la persona es completa; solo en él, la nada se hace todo.
Y, como si esto fuese poco, el versículo de hoy termina con la firma del propio Dios: "Yo Jehová", dice, para garantizar la solidez de su promesa.
¿Puedes dudar de una promesa al pie de la cual Dios pone en juego su propio Nombre? Abre los ojos a las instrucciones divinas; atesóralas en tu corazón; sigúelas. Y, con toda seguridad, vivirás. Porque Dios declaró: "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová".

Dios te bendiga…!!!

El secreto de la vida

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales ha¬ciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Levítico 18:5.

Alvaro anda perdido, en la floresta de sus fracasos. Son varios; muchos, para su corta existencia. Se da cuenta de que la victoria está allí: esa vic¬toria, hasta ahora solo soñada, apenas deseada, pero inalcanzable, estaba allí. La tiene en la punta de los dedos, y se pregunta, ansioso: "¿Qué me falta?"
El texto de hoy es la respuesta: Alvaro no guarda las instrucciones divi¬nas. "Guardar", en el original hebreo, es shamar, que literalmente significa seguir, cumplir, obedecer: este es el secreto de una vida victoriosa. Dios no te creó y te dejó, flotando, en el universo para que, solo, por tus propios medios, trates de ser alguien realizado y victorioso; no. Al crearte, te dio el manual de instrucciones para una vida feliz. Ese manual es la Biblia. Y, en el tiempo de Israel, Dios recomendó a su pueblo: "Guardarás mis instruccio¬nes, y vivirás".
La enseñanza continúa valiendo para nuestros días: no hay manera de alcanzar el puerto soñado de la realización sin obedecer las pautas divinas.
La Biblia no es una colección de prohibiciones, como algunos piensan; tampoco es un libro antiguo, que servía para gente de otros tiempos: sus en¬señanzas son actuales, y se adaptan al ser humano de todas las generaciones. Es una carta de amor, que Dios te dejó para mostrarte el camino que te lleva hacia una vida feliz.
Millones han tratado de ser felices con sus propios métodos, sin Dios y sin instrucciones; han alcanzado fama, dinero y poder. Pero, eso no es feli¬cidad; eso no realiza ni satisface al ser humano. Solo en Jesús la persona es completa; solo en él, la nada se hace todo.
Y, como si esto fuese poco, el versículo de hoy termina con la firma del propio Dios: "Yo Jehová", dice, para garantizar la solidez de su promesa.
¿Puedes dudar de una promesa al pie de la cual Dios pone en juego su propio Nombre? Abre los ojos a las instrucciones divinas; atesóralas en tu corazón; sigúelas. Y, con toda seguridad, vivirás. Porque Dios declaró: "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová".

Dios te bendiga…!!!

lunes, 17 de octubre de 2011

¿Para qué sirven los frutos?

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Juan 15:8.

Pastor, no entiendo lo que sucede conmigo -me decía el otro día un joven-. Todos tienen buenos frutos que presentar, menos yo: no puedo probar que soy cristiano.
El versículo de hoy muestra el propósito de los frutos en la vida del cris¬tiano: el propósito no es probar que somos "sus discípulos"; si pensamos de ese modo, corremos el peligro de buscar a Jesús con la intención de producir buenos frutos. En este caso, buscar a Jesús se vuelve un medio, y los frutos se transforman en el fin. Entonces, buscamos a Jesús por motivos egoístas. Y este es un terreno pantanoso, que muchos cristianos no perciben.
Buscar a Jesús no es el medio para alcanzar algo: es el fin, el objetivo, de todo. La vida sin Cristo no tiene sentido: él es el principio, el medio y el fin. Los frutos son el resultado natural del compañerismo diario con Cristo, y sirven para glorificar a Dios, no para alimentar el ego del cristiano ni para que los demás digan: "Mira qué cristiano maravilloso es aquel hombre".
Es esto lo que menciona Jesús, en el versículo de hoy. Y lo dijo, también, de otra manera: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".
"Glorificar al Padre": esta es la razón de ser de los frutos del Espíritu. Pero, en el cielo, Lucifer deseó la gloria para sí. Y hoy hace todo lo que puede con el fin de que los cristianos se confundan, y quieran producir buenos frutos, con idea de "probar" que son cristianos y ser glorificados, cuando la única motivación correcta para buscar a Jesús es reconocerlo como el Señor de nuestra vida, y devolverle la gloria que solo pertenece a él.
Haz de este un día de gloria a Dios. Tómate de la mano de Jesús; camina con él; permítele participar de tus sentimientos, pensamientos y acciones. Recuerda que Jesús es la Vid, y tú eres el pámpano: no tienes vida propia; tu vida depende de Dios. Si tu vida es una vida de comunión permanente con él, los frutos aparecerán; verdes, al principio, sin mucha hermosura, pero auténticos.
Por eso, recuerda: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos".

Dios te benidga..!!!

jueves, 13 de octubre de 2011

El Espíritu Guía

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Juan 16:13.

Aquí, el Señor Jesús habla acerca de la venida del Espíritu Santo. Dice que, cuando él viniere, nos guiará a la verdad. Este es uno de los trabajos del Espíritu: enseñar y guiar a la verdad. La acción de guiar en la verdad tiene dos aspectos. Primero, te convence. Nadie puede convencer al ser humano acerca de la verdad, a no ser el Espíritu Santo. Las personas que no aceptan la divinidad del Espíritu Santo tienen dificultades para entender la verdad. Tú puedes amontonar delante de tus ojos una montaña de pruebas y de evi¬dencias pero, simplemente, no entiendes. ¿Cómo podrías? Solo el Espíritu convence.
La segunda acción del Espíritu es guiar. No se trata de algo teórico: de nada valdría entender la verdad, como teoría, si ella no se hace carne en no¬sotros. El Espíritu nos enseña, también, a vivir la verdad.
La palabra "verdad", en griego, es aleteia, que significa transparente, cla¬ro, que no está encerrado. Eso es vivir la verdad. El Espíritu nos lleva a vivir una vida clara, transparente, sin medias verdades o medias mentiras; una vida limpia, que no necesita esconderse ni disfrazarse.
La palabra "verdad", en el hebreo, confirma este concepto. En hebreo, es emeth, que significa seguro, sólido, firme, consistente. Una persona que fue guiada, por el Espíritu, hacia la verdad vive confiada, sin temores ni sobre¬saltos; no hay inseguridad en esa vida. La inseguridad está en la mentira, en la penumbra de las circunstancias, con miedo de ser descubierto y expuesto. Dios no desea esa vida para sus hijos; definitivamente, no.
Vivimos en un mundo en el cual la mentira produce espejismos casi di¬fíciles de discernir. ¿Cuántas veces te han mentido? ¿Cuántas veces has men¬tido? ¿Cuántas veces has sido víctima de una injusticia, producto de una mentira? No te esfuerces por recordar: no te alcanzarían los dedos de las manos y de los pies, para contar las veces que has sufrido por causa de las mentiras.
Haz de este día un día de verdad. Entrégate al control del Espíritu; a fin de cuentas, nadie es veraz porque tienen autodisciplina: la verdad es un fruto del Espíritu. Recuerda que, "cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir".

Dios te bendiga…!!!

Por la fe

Por la fe [Moisés] dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Hebreos 11:27.

La puerta está abierta. Hay un silencio que aterra, y Agustín no logra vencer el temor.
"¿Por qué no entras, de una vez?", le dice una voz, desde adentro.
El joven estudiante toma aire, como lo hacen los cantantes líricos, y con paso firme atraviesa la puerta. Sabe que será difícil anunciar al jefe que, por causa de su conciencia, no podrá hacer lo que le pide. Sabe también que, si pierde el empleo, no estará en condiciones de continuar pagando la universidad. ¿Qué hacer? Tal vez, otra persona no tendría los conflictos interiores que tiene Agustín; pero, él conoce la Biblia y respeta sus principios, porque sabe que vienen de Dios.
Agustín no fue la única persona que tuvo que enfrentar momentos difíciles por respetar los principios. A lo largo de la historia, Dios siempre tuvo hijos extraordinarios, que hasta prefirieron morir antes que traicionar su conciencia. El versículo de hoy nos habla de Moisés: el líder del pueblo de Israel no solo perdió el empleo, sino también fue perseguido. El texto registra que no tuvo miedo de la ira del rey.
Creo que la expresión "no tuvo miedo" es una frase retórica, para expresar la decisión que Moisés tomó, a pesar de las dificultades. El miedo es natural; está en lo recóndito de la naturaleza humana. Una persona sin miedo se vuelve imprudente. La fe no te vuelve insensato: te da valor para que, a pesar del miedo, seas capaz de enfrentar a tus enemigos.
El secreto está en ver lo que es invisible: tus ojos físicos solo logran ver lo que está delante de tu vista; pero los ojos de la fe llevan a visualizar las promesas de Dios hechas realidad. Y él ha prometido que podrán caer mil a tu lado y diez mil a tu otro lado, pero tú no serás tocado. Eso puede parecer una utopía, para quien no vive una vida de compañerismo diario con Jesús. Pero, mediante la fe, tú lo ves como una realidad.
Por eso, hoy, no te amedrentes delante de los "faraones" que te persiguen y amenazan destruirte. Nada podrán en contra de ti: tu vida está escondida en las manos de Dios. Recuerda: "Por la fe [Moisés] dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible".

Dios te bendiga…!!!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Amar a los hijos de Dios

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.
1 Juan 5:1-3.

El verdadero cristianismo trabaja de adentro hacia afuera. Es un manan¬tial de agua pura, que desborda y lleva vida a quienes se relacionan con nosotros. No es institucional, sino personal. No se limita a no hacer cosas malas: es indispensable hacer cosas buenas. Esa es la idea del versículo de hoy.
Nota bien lo que dice San Juan: él habla de "todo aquel que ha nacido de Dios"; que ha sido convertido y se ha vuelto justo, porque se escondió en Cristo. ¿Cómo vive esa persona? Tiene dos características: guarda los Man¬damientos de Dios y ama a sus hermanos. No me voy a detener, hoy, en el aspecto de la obediencia; voy a mencionar la importancia de vivir en armo¬nía con los hermanos y de amarlos.
Es una pena que este aspecto de la vida cristiana no es resaltado como debería. Pensamos que somos el pueblo de Dios, pero no damos la debida importancia a la unidad de la iglesia, basada en el amor a los hermanos. Por el contrario, a veces, por enfatizar un aspecto de la vida cristiana, herimos sin piedad a las demás personas. No puede ser así: si realmente nos hemos apoderado de la justicia de Cristo, es lógico que el fruto maravilloso del Es¬píritu aparezca en la vida.
Cuando digo "las demás personas o los otros hermanos", debo comenzar por mi hogar, con mi esposa, mis hijos y las personas que viven a mi lado. De nada vale ser justo y comprensivo con los otros, si soy injusto e intransigente con los míos.
Todo día es un renacer; y si el sol volvió a aparecer es porque Dios te ofrece una nueva oportunidad. Haz de este un día de amor hacia las perso¬nas, empezando por las que están más cerca de ti. Después, piensa en aquella persona que te parece desagradable y llámala por teléfono, para decirle que estás orando por ella. Orar por alguien es la mejor manera de llegar a amarla. Y no te olvides: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos".

Dios te bendiga…!!!!

martes, 11 de octubre de 2011

Dos reinos

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundan¬cia de la gracia y del don de la justicia. Romanos 5:17.

El versículo de hoy habla de dos reinos. El primer reino es el de la muerte; entró por Adán. Si lees en Génesis 5, el capítulo de las generaciones de Adán, verás que hay una dramática repetición de la expresión "Y murió". Todos murieron porque, con la caída de Adán, entró el reino del pecado y, consecuentemente, la muerte.
Pero, Pablo afirma que también por uno, esto es, por Jesús, entró el reino de la justicia y de la vida. Nota que Pablo coloca la vida como un sinónimo de la justicia: justicia es vida; vida plena, exuberante. Jesús dijo: "Yo he veni¬do para que tengan vida, y la tengan en abundancia".
¿Cómo se consigue esa vida abundante? O, mejor, ¿qué es la vida abun¬dante? Romanos 5:19 trae la respuesta: "Porque así como por la desobedien¬cia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos". Pablo co-rrelaciona la desobediencia con la muerte, y la obediencia con la vida. Es de lamentar que el ser humano piensa que obedecer le quita libertad y que, sin libertad, no puede vivir la vida abundante.
Dios piensa de otra forma: lo que te quita la libertad, te hace infeliz y te lleva a la muerte no es la obediencia, sino el pecado, o desobediencia. Tal vez por eso, la palabra "pecado", en el idioma griego, es amartía. Significa "errar el blanco".
Te olvidas de la voluntad de Dios; echas a un lado su santa Ley; escoges tus propios caminos, tratando de ser feliz. ¿Y cuál es el resultado? La muerte, la infelicidad, la desesperación: yerras el blanco.
Pero, entonces, viene Jesús y obedece; y, por su obediencia, trae la vida, y te ofrece su justicia y su vida abundante. Pero, esta vida abundante involucra obediencia; sin ella, volverías de nuevo al reino de la muerte.
Vivir o morir: ¡esa es la cuestión! Decidir o no decidir; entrar o salir; correr a los brazos de Jesús o huir de él. ¿Qué harás? Antes de responder, recuerda: "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia".

Dios te bendiga…!!!!

lunes, 10 de octubre de 2011

Aceptación

Por tanto, recibios los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. Romanos 15:7.

Lima, como toda gran ciudad, estaba congestionada y bulliciosa aquel día de diciembre; indiferente a las personas y a la vida. Sus estrechas ca¬lles, desgastadas de tantos pasos, no podían siquiera imaginar el dolor que embargaba las emociones del hombre cabizbajo, cargado de culpabilidad. Aquella figura anónima se deslizaba, inadvertida, por el jirón de la Unión, en dirección a la plaza San Martín.
Aquellas calles indiferentes respiraban un aire de Navidad. Mucho color y calor: color, gracias a los motivos navideños, y calor, terrible, del verano. El misterioso personaje escogió aquel palco, con la intención de protagonizar la última escena de su vida. La tragedia capital: se dio un tiro en la cabeza.
Creo que, cuando una persona decide poner fin a su existencia, es porque se siente ausente y ajena; como si no perteneciese a la vida. Como si, para ella, no hubiese lugar en este mundo.
Ser acepto es una de las necesidades básicas del ser humano; es lo que lo motiva a ser. Sentirse útil lo hace necesario. Por eso, Pablo aconseja: "Recibios los unos a los otros".
No dice "Recibid a los que os simpatizan o a quienes simpatizáis", sino a los otros: los otros son el prójimo; y el prójimo no tiene color, ni raza, ni idioma, ni personalidad ni carácter. Tu prójimo es, simplemente, aquel que está próximo a ti. No necesita agradarte; basta que esté a tu lado.
Esto no tiene nada que ver con la amistad. Al amigo, tú lo escoges; al pró¬jimo, no. El consejo de Pablo no es aceptar al amigo, sino aceptar al prójimo.
La tendencia humana es escoger a quién aceptar; aislamos a las personas que no nos gustan. Formamos grupos cerrados, donde solo entran quienes saben descifrar el código establecido. Y muchos, como el insignificante ser humano que caminaba, anónimo, por las calles céntricas de Lima, son no solo dejados al olvido, sino rechazados, aislados e ignorados.
Haz, de este día, un día especial de aceptación de las personas que no co¬noces: saluda, en tu lugar de trabajo o en la escuela donde estudias, a las per¬sonas que no saludabas; sonríe a los tristes; comunícate. Extiende la mano al necesitado. En fin... Sigue el consejo de Pablo: "Por tanto, recibios los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios".

Dios te bendiga...!!!

viernes, 7 de octubre de 2011

¿Quieres ser grande?

Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Marcos 10:43,44.

En su sonrisa, había una acuarela de sentimientos; solo que, en lugar de colores, se mezclaban la cortesía, la tristeza, la rabia y el rencor. Su brillante carrera profesional se había ido a cualquier parte; por lo menos, eso creía Iris. La habían "rebajado" de puesto, y estaba dispuesta a renunciar.
-Es lo mínimo que puedo hacer, si me resta un poco de orgullo -me dijo, mientras enjugaba una discreta lágrima.
"Un poco de orgullo". Tal vez, ese fuese su problema, y ella no lo percibía. Los compañeros la acusaban de ser una "alpinista": aquella que solo piensa en crecer y escalar, sin considerar a los demás. Hasta que, un día, encontró a alguien que le hizo una jugada sucia: le creó intrigas con los jefes, y ahora se encontraba en esa situación desagradable.
El texto de hoy muestra que el Señor Jesús no vino a quitar del corazón humano el deseo de crecer profesionalmente. Nada hay de errado en aspirar a ser gerente o presidente; ese es un sentimiento positivo, limpio y cristiano. No puedes acomodarte, en la vida, siendo espectador del desfile de los victoriosos: debes aspirar, mirar alto, contemplar horizontes sin fin.
Pero, Jesús vino a enseñar la manera de llegar a ser el primero: "No será así entre vosotros", mencionó, refiriéndose a la forma desleal y egoísta en que las personas desean escalar posiciones, cuando no tienen a Jesús en el corazón.
Si deseas crecer, debes revisar tus motivaciones. ¿Qué es lo que te lleva a querer ser el primero? ¿El sueldo, los privilegios y el poder? ¿O el deseo de servir?
Si la motivación de tu trabajo es el deseo de servir y hacer felices a las per¬sonas, te sorprenderás con el resultado: la consecuencia natural será un cargo de liderazgo. El verdadero líder no es aquel que da órdenes, sino aquel que es seguido y obedecido porque conquistó el corazón de sus colaboradores.
Simple de ser dicho; difícil de ser vivido. Porque el orgullo te hace sentir que tú solo puedes, y que no necesitas de nada ni de nadie. ¡Mentira! La vida se encarga de demostrarte que no pasas de ser un simple ser humano.
¿Deseas ser próspero en tu vida profesional? Haz, hoy y siempre, del con¬sejo del Maestro el blanco de tu vida: "Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos".

Dios te bendiga...!!!!

jueves, 6 de octubre de 2011

Simplemente, ve y vence

Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. Esdras 4:13.

Exactamente ahora, que las cosas comenzaban a encajarse y que todo parecía ir bien, tenía que suceder! Ana Beatriz era una batalladora, que se levantaba temprano, a fin de dejar todo listo para los hijos y salir a trabajar. Luchaba movida por el sueño de ver a sus hijos graduados. Abandonada por el esposo, hacía las veces de padre y de madre de dos lindos niños. Por eso, la noticia no podría ser peor.
Después de mucho tiempo, cambiando constantemente de empleo, aho¬ra trabajaba en una gran empresa, y progresaba en el aspecto profesional. Todos la apreciaban, desde los empleados más llanos hasta la Administra¬ción. Era un ejemplo de lucha, y no conocía la palabra desánimo. Pero, en ese momento las cosas eran diferentes. El diagnóstico era terrible: cáncer. Sumergida en lágrimas, se preguntaba: ¿Por qué ahora?
El pueblo de Israel pasaba por la misma situación. Después de setenta años de esclavitud, lejos de casa, era hora de volver. Ellos no solo tenían el permiso del Rey sino también su apoyo financiero, para ejecutar la obra. Había alegría entre el pueblo, y música en los corazones. Las personas se abrazaban y cantaban por la victoria alcanzada. Pero de repente, el cielo se volvió oscuro.
Los pueblos de aquella región vieron la alegría del pueblo, y acabaron con ella. Escribieron una carta al rey, acusando a Israel de rebeldía y de sedi¬ción. Y el rey les creyó.
¿Qué relación tiene eso contigo? Estás comenzando un nuevo día, y probablemente tienes mucho que hacer, luchas que enfrentar, victorias que conquistar. El enemigo sabe de eso, y hará lo que pueda por lanzar agua he¬lada sobre todo tu entusiasmo: puede ser una enfermedad inesperada, una mentira maliciosa, la pérdida del empleo o el término de una relación amo¬rosa; no lo sé. La verdad es que el enemigo quiere desanimarte, destruirte y arrojarte al piso.
Hoy, al salir de casa, sal con la seguridad de que, aunque el enemigo te asecha, Dios tiene poder para protegerte. Levántate, y sal de tu casa con la se¬guridad de la victoria en Cristo. No te asustes por causa de las mentiras que inventen respecto de ti: "Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado".

Dios te bendiga…!!!!

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Quién eres tú?

Estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán elmer que no pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel. Esdras 2:59.

Era tiempo de volver a casa. El pueblo de Israel había recibido la autori¬zación de volver a su tierra, después de setenta años de cautiverio. Casi cincuenta mil personas volvieron a Jerusalén, en aquella ocasión.
Una de las cosas a las que el pueblo le daba mucha importancia era su linaje; tanto es así que, en la Biblia, se emplean paginas y paginas únicamente presentando el linaje de las personas. Saber quién había sido tu padre y a qué familia pertenecías era esencial para la vida. Mucho más en el reinicio de una nueva historia.
Entre las personas que llegaron a Jerusalén, estaban Querub, Addán, Imer, y algunos otros que alegaban ser judíos del linaje sacerdotal. Esa afirmación no fue confirmada por los libros que el pueblo guardaba; el resultado casi fue la expulsión de esas personas. La solución era consultar al sacerdote. La desesperación de aquellas personas sin identidad era tangible: probar que eran judíos, y del linaje sacerdotal, era esencial.
Miles de años pasaron desde aquel día, y todavía hoy las personas viven tratando de probar quiénes son. El auto, la casa, las ropas: el consumismo desenfrenado no es otra cosa sino la tentativa de probar lo que somos. Desde niños, aprendemos a tener, tener y tener, con el fin de probar quiénes somos.
Cada año que pasa, las personas se endeudan, comprando lo que es inne¬cesario, con la intención de probar que son importantes. Celulares de última generación, computadoras, ropas caras, relojes, viajes y hasta cirugías, sola¬mente para exclamar: ¡Vean lo que soy!
La Biblia no especifica si aquellas tres personas eran o no judíos, pero habla sobre ti. Dice que tú eres de linaje real; que eres especial; que eres la cosa más linda que Dios tiene en esta tierra. Tú eres su hijo, su hija, y ¡esto es lo que prueba tu valor! Fuiste comprado con la preciosa sangre de Jesús. Eso es lo que realmente cuenta.
Sal, para cumplir los desafíos de hoy, recordando que "estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer que no pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel".

Dios te bendiga…!!!!

martes, 4 de octubre de 2011

Cómo conocer la voluntad de DlOS?

¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Amos 3:3.

Pastor " me preguntaba un adolescente, "¿cómo puedo saber si estoy haciendo la voluntad de Dios?" Esa es la pregunta que todos. El razonamiento es simple: si hago la voluntad de Dios, seré bendecido; pero, ¿cómo puedo conocer la voluntad de Dios?
La expresión "acuerdo", encontrada en el texto de hoy, proviene del hebraico miphal, que significa "encontrar"; es decir, para que dos personas anden juntas, hagan un viaje juntas o sigan la jornada juntas, es necesario primero que se encuentren.
Pastor, ¿cómo saber cuál es la voluntad de Dios para mi vida? El secreto es simple: encuéntrate con Dios. Si yo quiero andar la jornada de mi vida con Dios, haciendo su voluntad y recibiendo sus bendiciones, primero necesito encontrarme con él.
¿Qué significa encontrarse con Dios? Continuemos usando el ejemplo del viaje. Antes de iniciar un viaje es necesario hacer planes. Y si voy a viajar con alguien, esos planes deben ser compartidos.
Con Dios funciona de la misma forma. Voy a su presencia y le muestro mis planes, le abro mi corazón. Le digo mis miedos, mis dudas, mis limita¬ciones, adónde quiero ir, lo que quiero y necesito hacer, todo. Eso es orar.
Pero en un viaje no habla solo uno. Con Dios es lo misino. Ahora que terminaste de hablar es hora de escuchar lo que él tiene para decirte, cuáles son sus planes, los caminos que tiene para ti, por dónde quiere conducirte, los cuidados que debes tomar.
¿Pero cómo oír su voz? Si hablar es orar, oír es leer. Leer la Biblia, beber de la Palabra de Dios, profundizarte en las revelaciones que Dios dejó en su Palabra.
Algunas personas esperan que Dios les revele algo nuevo y diferente de lo que está escrito en la Biblia. Generalmente esa es una disculpa para hacer lo que ya vieron que Dios no aprueba.
¿Quieres ser feliz? ¿Quieres vivir un día de bendiciones? y secreto es simple. Ve al encuentro de tu Dios, porque "¿andarán dos juntos, si no estu¬vieren de acuerdo?"

Dios te bendiga….!!!!

lunes, 3 de octubre de 2011

Opciones

Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Esdras 3:12.

El Templo de Jerusalén era el orgullo del pueblo de Israel. Y por eso, al volver del exilio babilónico, la primera actividad fue reconstruirlo: todo el material sería recaudado, y el primer paso sería revisar los fundamentos.
Era día de fiesta para el pueblo: el mayor símbolo de su fe estaba siendo, finalmente, reconstruido. El cuerpo sacerdotal estaba en su puesto; cantores e instrumentistas, listos para la adoración a Dios; gritos de alegría y de rego¬cijo se oían a lo lejos. También el lloro. ¿Lloro?
En medio del pueblo, algunos dirigentes que habían visto la gloria del primer Templo, hecho por Salomón, al mirar los fundamentos del nuevo Templo, percibieron que era menor; los recursos eran pocos: la gloria de este nuevo Templo no podría ser comparada con la gloria del Templo de Salomón. La única emoción de ese día fue la tristeza. Y el llanto era tan alto como los gritos de alegría. En la misma escena, unos felices y otros tristes.
La diferencia es la manera en que decidimos encarar la vida: existen per¬sonas que solo ven tristeza, problemas y cielo nublado. Pasan por la vida lamentándose por la falta de oportunidades y de atención. Van por la vida llorando; no encuentran motivos para sonreír. ¡A pesar de estar frente a las grandes bendiciones de Dios!
La reconstrucción del Templo era una prueba de que Dios les estaba brindando una nueva oportunidad. Este nuevo día también es una nueva oportunidad para ti. No pierdas el tiempo mirando hacia atrás, con tristeza y rencor. Mira hacia adelante con esperanza, y con la seguridad de que ven¬drán días mejores.
Cuando unos lloren en alta voz y otros canten de alegría y de gratitud, únete al segundo grupo. "Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría".

Dios te bendiga...!!!!