viernes, 13 de agosto de 2010

“SABIENDO VIVIR”

“Habló Daniel y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría”. Daniel 2:20

Cuando hablamos del compañerismo que un ser humano puede llegar a tener con Dios, debemos pensar en José, Enoc y Daniel. Esa serenidad en la cueva de los leones, ese coraje de orar con las ventanas abiertas, tres veces al día, esa integridad de no contaminarse con la comida del rey. ¿De dónde sacaba Daniel el poder para enfrentar la tentación y el peligro, y salir siempre victorioso?
El gran secreto de la vida de Daniel no estaba únicamente en su fuerza de voluntad, en su coraje, en su confianza o en su sabiduría. Todo eso era resultado del verdadero secreto. Daniel era un amigo personal e íntimo de Jesús. Ahí estaba el secreto no sólo de las cualidades heroicas de su vida, sino también de su prosperidad.
“Si se hubiera escrito toda la historia de Daniel, abriría ante vosotros capítulos que os mostrarían las tentaciones a las que él tuvo que hacer frente: tentaciones de ridículo, envidia y odio; pero él aprendió a dominar las dificultades. No confió en su propia fuerza. Puso delante de su Padre Celestial toda su alma y todas sus dificultades, y creyó que Dios le oía, y fue consolado y bendecido. Superó el ridículo, y así también lo hará el que sea vencedor. Daniel adquirió un estado mental sereno y alegre, porque creía que Dios era su amigo y ayudador. Los abrumadores deberes que tenía que cumplir le resultaban livianos, porque ponía en ellos la luz y el amor de Dios.” (Comentario bíblico adventista, t.4, pág. 1189).
Siendo Daniel prácticamente un adolescente, tenía en su corazón no sólo principios, sino también una experiencia de amor diario con Dios. Permitía que Dios participara de sus sueños, sus planes y sus proyectos de vida.
Cuanto enfatizamos el valor de Daniel, necesitamos explicar que era fruto de una amistad hermosa que mantenía diariamente con Dios. La vida de Daniel es una inspiración para los jóvenes de hoy, no sólo porque resistió la tentación, sino por la forma en que lo hizo.
Meditemos en lo siguiente: ¿Quieres ser semejante a Jesús? Haz de él el centro de tu vida. Búscalo diariamente a través de la oración y el estudio de la Biblia. Aprende a andar con él y te admirarás de las cosas que Jesús puede hacer en ti y a través de ti.
(Tomado de: A solas con Jesús)

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