miércoles, 30 de noviembre de 2011

Imposible

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hebreos 11:6.

El capítulo 11 de la Epístola a los Hebreos es la galería de los hombres y las mujeres de fe. Hijos maravillosos, que hicieron feliz al Padre amado. Para entender lo que el autor quiso decir, es necesario saber lo que significa la fe. Existen muchas definiciones; la más simple de todas es confianza. Una sola palabra, pero define con exactitud lo que significa la fe: tener fe es confiar. Cuando dices que tienes fe, estás manifestando que confías; cuando afirmas que un día tuviste fe, pero que ahora ya no la tienes, estás queriendo expresar que un día habías confiado, pero que hoy no confías más.
Pero, tú no puedes confiar en alguien a quien no conoces; y no puedes conocer a alguien con quien no convives.
Por lo tanto, la fe en Dios demanda que lo conozcas; y, para conocerlo, necesitas convivir con Dios. Esto explica el versículo de hoy. El primer pensamiento es que sin fe es imposible agradar a Dios. En el griego, la palabra "imposible" es adunatos, que significa, literalmente, "que no se puede, desde ningún punto de vista". Con el fin de entender el verdadero significado de esta palabra, tendrías que colocar la cabeza dentro de una vasija llena de agua, y mantenerla ahí por dos horas. Bueno, eso es adunatos: un imposible.
Quiere decir que, así, la vida no es vida sin fe. Peor que eso: una vida sin fe entristece a Dios; no le agrada. En griego, eucaresteo significa que no lo deja feliz ¿Por qué? Porque la fe es confianza; y, cuando el hijo, a quien tanto ama, no confía en él, Dios no puede estar contento con esa actitud.
Tú no fabricas la fe: las evidencias del amor y del poder de Dios son las que generan confianza en tu corazón. Pero, cuando confías en tu padre, eres capaz de hacer cualquier cosa o ir a cualquier lugar, seguro de que, si la or¬den provino del padre, no hay por qué temer, aunque las circunstancias sean difíciles y adversas.
Por eso, hoy, camina de la mano de tu Padre amado; confía en él, aunque no veas nada. Él te ama, y jamás te llevará a un lugar que te va a destruir. Y, no olvides que "sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan".

Dios te bendiga..!!!

lunes, 28 de noviembre de 2011

Por la Palabra de Dios

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Romanos 10:17.

¿Cuál es la función de la Biblia, en el desarrollo de la fe? Muchas personas relacionan la fe solamente con el sentimiento y las emociones. Sin duda, las emociones forman parte de la experiencia humana. Pero, la Biblia afirma que el fundamento de nuestra fe es Jesús. Si esto es verdad, conocer a Jesús se vuelve indispensable en la vida del cristiano; y la única manera de conocerlo es conviviendo con él.
Surge, entonces, otra pregunta: ¿Cómo se convive con Jesús? Aquí entran en juego tres elementos necesarios: la oración, la testificación y el estudio diario de la Biblia. El propio Señor Jesucristo dijo, en cierta oportunidad, refiriéndose a las Escrituras: "Ellas son las que dan testimonio de mí". No puede haber declaración más clara: es mediante el estudio de la Biblia que llegas a conocer a Jesús, a confiar en él y a saber que nunca te fallará.
Pero, este estudio de la Biblia no puede ser algo simplemente teórico e intelectual: no puedes ir a la Biblia solo en busca de argumentos o conoci¬miento teológico, sino en busca de compañerismo con Jesús. Lee la Biblia como si fuese una carta personal, que Jesús te escribió. Colócate en el centro de las historias que lees. Cuando lees acerca de Daniel, tú eres Daniel; imagí¬nate siendo llevado a la cueva de los leones por obedecer a Dios. Cuando lees acerca de María Magdalena, tú eres esa mujer cansada de pecar, que un día se encontró con Jesús. Cuando encuentras, en la Biblia, la historia de José, colócate en su lugar; imagínate siendo vendido por tus hermanos y siendo llevado a un país extraño, en fin...
Lee la Biblia en primera persona del singular. Cada vez que dice "ellos" o "nosotros", colócate a ti, y aplica los consejos bíblicos a tu experiencia y a las luchas que estás enfrentando en ese momento. Así, conocerás a Jesús y él será el fundamento de tu fe; podrás confiar en él, porque llegaste a conocerlo por medio del estudio de la Biblia.
No te atrevas a vivir sin Jesús: sin él, la vida es una simple sobrevivencia. Él es el fundamento de una vida feliz, porque es el fundamento de tu fe; y la vida del cristiano es una vida de fe. Y recuerda lo que él declaró: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios".

Dios te bendiga...!!!

martes, 22 de noviembre de 2011

Vida abundante

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Juan 10:10.

¿A qué se refería Jesús cuando habló de vida abundante? ¡Vida abundante! ¿Entiendes? Algunos cristianos sinceros, queriendo hacer lo mejor, viven vidas angustiadas. La única preocupación que los domina es la de no pecar.
¿Cómo sería si un hijo viviese únicamente pensando que, si hace algo incorrecto, el padre lo va a castigar? Ningún padre quisiera tener ese tipo de relación con su hijo. Sucede lo mismo con Dios: desea que vivas, con él, una experiencia maravillosa de amor, y no con miedo de ser destruido si te portas mal.
El buen comportamiento y la buena conducta son resultados del vivir una experiencia diaria de comunión y de amistad con Jesús: andando, comiendo, estudiando, trabajando, enamorando; en fin... Pero, siempre con la conciencia de que Jesús está contigo por donde quiera que vayas.
Ese tipo de vida es una vida con propósito: una vida llena de expectativas y de posibilidades futuras, alimentada por relaciones sociales saludables, disfrutando de buena salud, etc. Es la vida que tú recibes como un regalo divino.
Pero, desear la vida abundante encierra un peligro: muchos se pierden en los campos abiertos y sin límites del humanismo. Pregonan la libertad, pero caen en las garras del libertinaje. El versículo de hoy dice que "el ladrón viene a robar" ¿Quién es el ladrón? Sin duda es el enemigo de las almas. ¿Y por qué Jesús lo presenta como "el ladrón"? Porque viene a robar; no viene a asaltar. El asalto demanda fuerza; el enemigo viene a robar. Su principal arma es el engaño; te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida, cuando en realidad te conduce a la muerte. Te susurra que, para vivir la vida abundante, no necesitas de reglas, y te lleva al desierto incandescente de tus deseos. Allí no hay límites; tus ojos se pierden en el horizonte sin fin. Pero, tampoco hay vida: el desierto es tierra de chacales, de escorpiones y de muerte.
Hoy puede ser un día de verdadera libertad. Alza los ojos hacia la cruz; deja de mirar solo a la tierra. No te dejes arrastrar por la manera de pensar de una generación que solo vive para agradar a los sentidos. Haz de Jesús tu compañero de cada hora, porque él dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".

Dios te bendiga…!!!!

lunes, 7 de noviembre de 2011

¡Búscalo!

Pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. 2 Crónicas 15:4.

La cerca de la posada en la que me hospedo me cuenta muchas historias, en su monotonía vertical. Me habla, en silencio, de mariposas que desaparecieron en el abismo, del otro lado de sus límites; me cuenta de la tragedia de ladronzuelos, que se quedaron con las carnes clavadas en las púas del alambre protector.
También, me muestra rosas silvestres, que trepan sus espinas aquí y allá. En fin, aquella cerca vieja me habla de libertad y de esclavitud; de vida y de muerte.
El pueblo de Israel parecía que ignoraba los "límites de la cerca"; si no los ignoraba, peor aún. La consecuencia fue terrible: ellos también, como las mariposas del hotel, desaparecieron en el abismo del anonimato; se hicieron polvo, en la arena de la historia. Historia de dolor, dispersión y sufrimiento.
Ellos también sintieron sus carnes heridas por las púas de la desobediencia, y se quedaron allí, gritando de dolor y suplicando por auxilio.
Y el Salvador apareció. "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos", dice el versículo de hoy.
¡Qué bueno es el Señor! Siempre está presente en la hora del dolor. Jamás se olvida del hijo rebelde. Israel pensaba que la cerca protectora de los eternos principios divinos era muro esclavizador; la descartaron de su vida; fueron más allá de sus límites, en busca de libertad y de realización.
La vida tiene muchas cercas; vives rodeado de ellas. Respetarlas es vivir: el resplandor, del otro lado, es mero espejismo, brillo seductor, aurora boreal engañosa. Conozco historias tristes, de gente que saltó la cerca, en busca de nuevas sensaciones. Como Israel, hoy claman de dolor, atrapados en las garras de su búsqueda insensata.
Hoy, puede ser un día especial para rever la cerca. No la mires como las reglas de un Dios arbitrario; contémplalas como el marco protector de tu vida. Y parte, para la lucha de esta nueva jornada, recordando que: "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos".
No desesperes si las cosas parecen balancearse: Dios está en el control. Él hará que tu embarcación llegue a puerto seguro. Él es Dios, y nunca falla.
Por eso, antes de iniciar, hoy, un día lleno de desafios para restaurar lo que parece deshecho, recuerda que "por Jehová son ordenados los pasos del hom¬bre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano".

Dios te bendiga…!!!

jueves, 3 de noviembre de 2011

¡Decídete!

Respondió Rut: no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios.
Rut 1:16.

Edson sufría. Su dolor era el dolor del espíritu. Su lucha, interior, aquella que, cuando te hiere, no sangra por fuera; aquella que nadie ve y, sin embargo, te incomoda de día y de noche.
Todo había empezado al encontrarse con verdades ignoradas. Estaban allí, en la Biblia; un libro tan antiguo y tan nuevo, al mismo tiempo. La ac¬tualidad, la practicidad y la relevancia de esas verdades lo asustaban y lo sorprendían; lo fascinaban y le causaban temor.
¿Puede la Biblia asustar? ¡Claro que sí! Remueve los fundamentos de todo lo creído; sacude tus convicciones; estremece tu realidad.
Frente a la Biblia, solo tienes tres caminos: la aceptas, la niegas o la relativizas (es decir, la acomodas a tu gusto, creas tu propia verdad, la particularizas, solamente para aplacar el grito de la conciencia).
Negarla sería falto de inteligencia. ¿Cómo negar el día, si el sol brilla, esplendoroso, en medio del cielo azul? Más fácil sería razonar en torno a esa realidad. Decir, por ejemplo, que es de día aquí, pero la noche envuelve a los que habitan el otro lado del planeta.
¡Olvídate de quienes viven al otro lado de la tierra! Estamos hablando de tu realidad. ¿Por qué no la aceptas?
Edson sufría. Sentía el dolor de Rut, cuando le dijo a la suegra: "Tu pue¬blo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios"; era el dolor de la decisión. Decidir jamás fue fácil; confortable es quedarse encima del muro, esperando ver de qué lado sopla el viento. Confortable, en palabras. Porque el espíritu sufre, se desintegra, se divide, se inhabilita para la felicidad.
Hay momentos, en la vida, en que es necesario dar el paso definitivo. Avanzar o retroceder: decidir.
La decisión de Rut, la joven moabita, quedará registrada en la historia como una de las decisiones más extraordinarias. Miró hacia su pasado sin miedo; contempló el nacimiento de un nuevo día. No renunció a sus convic¬ciones: les dio otra dirección.
La verdad no borra tu pasado; le da sentido, lo restablece. Te ubica en la única realidad que vale: la que proviene de Dios. Por eso, Rut dijo a Noemí: "No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios".
Dios te bendiga…!!!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

No quisisteis

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
Mateo 23:37.

Dios es un Dios de comunidad. La propia esencia de su ser lo muestra: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en una unidad indivisible, de un único Dios eterno.
Ese Dios creó al ser humano por amor. Primero, a Adán. Y, al verlo solo, declaró: "No es bueno que el hombre esté solo". Realmente no es bueno; des¬de ningún punto de vista. El ser humano no fue creado para vivir aislado de las otras personas. Por eso, Dios les dijo: "Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra". Dios quería tener, en esta tierra, un pueblo peculiar y especial, que viviera unido. El factor de su unidad sería el propio Dios. Desdichadamente, el ser humano se apartó del Señor, y el resultado fue la fragmentación: empe¬zaron las acusaciones, las agresiones y la división.
La historia bíblica muestra que cada vez que los seres humanos volvían los ojos a Dios, se unían; y, cuando se apartaban de él, se dividían. Sucedió con Caín: se alejó, fue a un lugar distante, se apartó. El pecado lo llevó a aislarse.
Pasaron los años. Vino el diluvio. Una familia se unió. El elemento de unión era Dios. Podrían haber sido muchos más los que se unieran, pero no buscaron a Dios. La comunidad de Dios nunca está cerrada; no es exclusivista, no hace diferencia entre los seres humanos. Basta creer.
Después del diluvio, los seres humanos trataron de formar una comuni¬dad. En lugar de tener, como elemento de unidad, a Dios, escogieron colocarse en contra de Dios. ¿Cuál fue el resultado? Confusión, desorden y fracaso. Así terminó la historia, en Babel.
Por más bien intencionados que sean los planes de unidad del ser humano, si no tienen a Cristo como el centro, están condenados al fracaso. El ser huma¬no natural es egoísta; quiere todo para sí. Y, aún cuando sus planes parezcan bellos por fuera, traen por dentro la mancha miserable del egoísmo, que lo arruina todo.
Si te sientes solo, distante, triste y aislado, revisa tu relación con Cristo. Si intentas unir a un grupo y, por más que te esfuerzas, nada logras, analiza la re¬lación del grupo con Cristo. Solo él puede unir los corazones; la parte humana es aceptar. Recuerda el lamento de Jesús: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!"

Dios te bendiga…!!!

martes, 1 de noviembre de 2011

¡Fruto!

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe. Gálatas 5:22.

Me miraba con insistencia, como se mira a alguien a quien se conoce hace mucho tiempo. Pero también con timidez, como si temiese estar equivocada. Me sonreía con discreción, como se sonríe a alguien a quien se respeta. Yo nunca la había visto, pero sus ojos me decían que ella sabía quién era yo.
Debió tener más de sesenta años. Ojos grandes y negros, rostro blanco, adornado de joyas discretas; en fin, una mujer elegante. El traje azul marino que vestía la hacía más elegante aún. La saludé cortésmente. Eso la animó, cobró valor, se levantó y vino hacia mí.
-No estaba equivocada: sabía que era usted -me dijo, con una sonrisa abierta.
Después, más confiada, me contó que veía mi programa en la televisión. Y, mientras esperábamos el avión, me habló de sus luchas y de sus conflictos espirituales.
-El esfuerzo no es siempre la clave del éxito. Conozco gente esforzada e infeliz -me dijo- Tal vez, yo sea una de ellas.
-¿Por qué? -le pregunté.
-Tengo un carácter difícil -se quejó-. He luchado toda mi vida para cul¬tivar las virtudes cristianas, y jamás lo logré. Eso me pone triste, me siento mala.
El texto de hoy afirma que las virtudes no son conquistas por medio del esfuerzo humano, sino que son fruto del Espíritu. ¡Fruto! ¿Entiendes? El fruto no se fabrica, se cosecha; es el resultado natural del desarrollo de un árbol. Requiere tiempo; no hay desarrollo sin tiempo. El árbol necesita estar plantado y absorber, de la tierra, la fuerza de la vida. El fruto es la fuerza del Espíritu.
¡Vivir en el Espíritu! ¿Qué significa eso? Estar conectado a la Fuente de las virtudes, que es Jesús. Sin él, la vida se transforma en una sucesión de esfuerzos frustrados; sin él, la religión es un fardo pesado, que nadie puede cargar. Es correr y no llegar; comenzar, y no terminar.
Hoy puede ser la diferencia. La paz, el gozo, el amor, la benignidad y la bondad pueden aparecer en tu vida, como el capullo que se abre, anun¬ciando que el fruto vendrá. Todas esas virtudes son solamente fruto, el fruto maravilloso del Espíritu, si confías tu vida a Jesús. ¡No salgas a cumplir tus compromisos de este día sin él!

Dios te bendiga…!!!