“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno” Efesios 6:16
En cierta ocasión una niña recibió, dentro del boletín de la iglesia, un separador para libros con la palabra “fe” impresa en letra muy grande.
Después del servicio de adoración en la iglesia, la familia tomó un autobús para volver a su casa. La niña estaba feliz con su separador, pero de repente, un fuerte golpe de viento se lo arrebató de la mano y salió volando por la ventanilla. La niña rápidamente comenzó a gritar: ¡“Señor conductor, señor conductor, deténgase por favor, que la fe se me ha ido por la ventana”!
¿Qué sería de la vida del cristiano sin la fe? No me lo puedo imaginar. El sustento de la vida espiritual, de este lado de la eternidad, es la confianza en muchas cosas invisibles; pero que son tan reales como las que se ven. La Biblia nos dice que Jesús es Creador de todas las cosas “visibles e invisibles” (Col. 1:16). También señala que “lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” (2 Cor. 4:18).
En el conflicto cósmico en que estamos involucrados, no podremos mantenernos firmes como soldados de Cristo si nuestra mirada no va más allá de la percepción de nuestros sentidos. El enemigo intentará confundirnos cada vez que enfrentemos situaciones adversas, lo cual puede hacernos pensar que Dios no está de nuestro lado. La perplejidad y la falta de respuesta representan una invitación para confiar plenamente en que nuestro Padre celestial va a llevarnos a un destino seguro.
¿Se te ha ido la fe “por la ventana”? Entonces te has quedado sin escudo, y así te conviertes en un blanco fácil del enemigo. Probablemente el día de hoy tengamos que hacer frente a los dardos de Satanás y enfrentemos tentaciones, enfermedades, accidentes que pondrán a prueba nuestra confianza en las promesas divinas.
Meditemos en lo siguiente: Reafirmemos nuestra confianza en Dios mediante el estudio de su Palabra y la oración. Tenemos que protegernos, así que no olvides tu escudo esta mañana. Por la fe en Cristo se puede suplir toda deficiencia de carácter, purificar toda impureza, corregir toda falta y desarrollar toda buena cualidad.
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