miércoles, 28 de diciembre de 2011

SIGAMOS EL MODELO

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (1 Pedro 2: 21-24).

Jesús fue afligido en todas nuestras aflicciones. El Capitán de nuestra salvación fue hecho perfecto por medio del sufrimiento. En esta vida seremos probados para ver si somos capaces o no de soportar la prueba de Dios. Las tentaciones de Satanás vendrán sobre nosotros para probarnos, pero la pregunta de mayor importancia es: ¿Caeremos vencidos, o venceremos?... Como nuestro gran ejemplo, podremos afrontar a Satanás con el arma de la Palabra de Dios, diciéndole cuando nos tiente a hacer el mal: "Está escrito" (Mat. 4: 4).
Satanás sabe mejor que muchos profesos cristianos lo que está escrito, porque es un estudiante diligente de la Biblia. Pero él obra para pervertir la verdad y llevar a los hombres por el sendero de la desobediencia. Los induce a descuidar la investigación de la Palabra de Dios porque sabe que testifican contra él al denunciar que sus obras son malas. Lo describe como el ángel apóstata que cayó del cielo arrastrando en la rebelión contra su Creador a una tercera parte de las huestes celestiales.
Satanás está buscando continuamente apartar la mente humana de Dios y de su Palabra. Sabe que si puede conseguir que los hombres descuiden las Escrituras, pronto podrá desviarlos de sus preceptos, y finalmente los hará olvidar a su Hacedor. Al aceptar las sugerencias e instrucciones del adversario de Dios y del hombre, los hombres malos y los ángeles caídos formarán una confederación contra el Dios del cielo.
Los que desean ser leales a su Hacedor estarán sujetos a pruebas y tentaciones, pero si realmente viven para él y tienen sus vidas escondidas con Cristo en Dios, también sabrán lo que es tener las bendiciones que Dios derrama sobre los fieles y obedientes.

Dios te bendiga…!!!

martes, 27 de diciembre de 2011

POR LA SANGRE DEL CORDERO

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. (Apocalipsis 12: 11).

Consideremos la vida y el sufrimiento de nuestro precioso Salvador en nuestro favor, y recordemos, que si no estamos dispuestos a soportar pruebas, fatigas, conflictos, y a participar con Cristo en sus sufrimientos, seremos considerados indignos de ocupar un lugar junto a su trono.
Como en el conflicto con nuestro poderoso enemigo tenemos todo para ganar, no podemos atrevernos a ceder a sus tentaciones ni por un momento. Sabemos que con nuestras propias; fuerzas no es posible tener éxito. Pero Cristo, al humillarse y tomar sobre sí la naturaleza humana, se familiarizó con nuestras necesidades al soportar las tentaciones más duras que el hombre alguna vez tuvo que soportar. Conquistó al enemigo al resistir sus sugerencias a fin de que el hombre pueda aprender cómo ser un conquistador. Estuvo revestido con un cuerpo como el nuestro y en todo aspecto sufrió lo que el hombre puede llegar a sufrir, y mucho más. Nunca seremos llamados a sufrir como Cristo sufrió porque los pecados, no de uno sino de todo el mundo, fueron puestos sobre Jesús. El soportó humillación, vituperio, sufrimientos y muerte, para que al seguir su ejemplo pudiéramos ser salvos y heredar la vida eterna.
Cristo es nuestro modelo, el perfecto y santo ejemplo que nos ha sido dado para emularlo. Nunca podremos igualarlo, pero podemos imitarlo y asemejarnos a él de acuerdo al conocimiento y la relación que con él tengamos, y a la gracia que él nos haya concedido. Cuando caemos totalmente impotentes, sufriendo las consecuencias de nuestra concepción de pecaminosidad; cuando nos humillamos ante Dios afligiendo nuestro ser con verdadero arrepentimiento y contrición; cuando le ofrecemos nuestras fervientes oraciones en el nombre de Cristo, seremos bien recibidos por el Padre al entregarle completa y sinceramente nuestra vida. En lo más íntimo de nuestro ser deberíamos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos son totalmente inútiles por ellos mismos, pues sólo en el nombre y por la fuerza del Conquistador que podremos ser vencedores.

Dios te bendiga..!!!

lunes, 26 de diciembre de 2011

Tentaciones

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12.

Si hay algo que perturba incesantemente al cristiano, son sus derrotas ante la tentación. "No logro resistir"; "Soy demasiado carnal"; "¿Qué hago con mi vida?"; "Soy demasiado débil".
Estas y otras afirmaciones son expresiones de frustración de cristianos sinceros. Creo que nadie, por voluntad propia, quisiera ser un fracasado. Todos se esfuerzan, luchan, tratan de controlar sus tendencias; pero parece que nada da resultado. ¿Existe solución?
El problema es que, al llegar la tentación, concentras tus esfuerzos para no caer, en lugar de concentrarlos en no separarte de Jesús. Al hacer esto caes, no porque la tentación haya sido demasiado fuerte, sino porque te se¬paraste de Jesús. Y él ya lo advirtió: "Sin mí nada podéis hacer". Nada. ¿En¬tiendes? Mucho menos, resistir la tentación.
Entonces, ¿cómo enfrentar la tentación? Si tu vida es de una constante comunión con Jesús, todo lo que necesitas hacer, al llegar la tentación, es decir a Jesús lo que estás sintiendo o pensando. Te puede parecer extraño, al comienzo. Hay cosas que no tendrás el valor de contar a Jesús. ¿Cómo decirle, por ejemplo, que estás planeando salir con una persona que no es tu cónyuge o que estás pensando ir a un lugar que no es compatible con la vida cristiana? "No, no; esto no funciona", puedes pensar. Pero ahí está la clave del problema.
Ya que no tienes el valor de contarle a Jesús lo que estás sintiendo, come¬tes el error de cortar la relación con Jesús.
La próxima vez que la tentación aparezca, cuenta a Jesús lo que estás sintiendo, aunque te parezca irreverente y atrevido. No te separes de Jesús.
Si llevas este consejo a la práctica, percibirás que, mientras vas dialo¬gando con Jesús, el deseo pecaminoso empieza a desaparecer, de manera natural: ¡Venciste! No porque te hayas esforzado por no caer, sino porque lu¬chaste para no separarte de Jesús. Continúas siendo justo no porque evitaste cometer un acto pecaminoso, sino porque no te separaste de la Fuente de la justicia, que es Jesús. A su lado, no hubo lugar para el pecado. Satanás y sus huestes fueron derrotados: Cristo venció en ti; por ti; y para ti. "Bienaven¬turado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman".

Dios te bendiga…!!!

lunes, 19 de diciembre de 2011

No verán la tierra de la cual juré a sus padres. Números 14:23.

La vida está hecha de decisiones. Para bien o para mal. No existe destino,
en el sentido determinista: existe el resultado de las decisiones. El pueblo de Israel es un ejemplo de eso. Dios le había prometido la tierra de Canaán; lo había sacado de Egipto con mano fuerte; había cuidado de él a lo largo del desierto, y en menos de dos años los había hecho llegar a la frontera de Canaán.
Este era el momento de la decisión. ¿Creer o no creer? ¿Avanzar o quedar¬se? El pueblo decidió quedarse. No creyó en las promesas divinas; pensó que moriría en la frontera. Y así fue. No porque Dios lo castigó; tampoco porque su "destino" era morir allí. Así fue, simplemente porque así lo decidió. La vida es el resultado de lo que decides y cómo decides. La muerte, también.
Al leer el versículo de hoy, la primera impresión es que Dios está conde¬nando al pueblo: "No verán". Generalmente, esa es la visión que tenemos de la vida: que lo que nos sucede depende de otros o, acaso, de las circunstan¬cias que nos rodean. Y no podríamos ser simplistas al punto de pensar que no existen factores adversos o personas de mala voluntad: esa es una realidad de este mundo de pecado. Pero, la otra realidad es que la situación en que te encuentras no es el resultado de factores ajenos, sino consecuencias de tus decisiones. El pueblo de Israel decidió quedarse cuando debería haber deci¬dido avanzar; la disculpa fue el poder bélico del enemigo. En fin, disculpas nunca faltan. Pero, si quieres dar una media vuelta en tu vida, es necesario revisar tus decisiones y reconocer dónde fallaste.
En cierta ocasión, una niña, de apenas 16 años, vino a pedirme un con¬sejo: quería saber qué debería hacer, porque el novio la había agredido físi¬camente en la calle. ¿Qué debería hacer? Aquel era un momento para tomar decisiones: ¿Qué se puede esperar, en el futuro, de un joven que, en la época de noviazgo, agrede físicamente a una chica? Ella decidió; pero, decidió en forma errada.
Algunos años después, me encontré con ella. Destruida por la vida y por el maltrato de un hombre que, después de haberla agredido durante diez años, la abandonó con tres hijos pequeños.
Decisiones. Hoy es un día de decisiones para ti todos los días lo son. Pero, pide a Dios que hoy te ayude a tomar decisiones sabias. No sea que, un día, como resultado de tu decisión, oigas la voz de la propia vida diciéndote: "No verán la tierra de la cual juré a sus padres".

Dios te bendiga..!!!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Mi gozo

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11.

El tránsito es intenso en el puente más agitado de Minneapolis. Es una tarde triste a pesar del verano: ayer, el huracán Dolly golpeó con fuerza el sur de Texas; a Antonio le hubiera gustado estar allí, para que el huracán acabara con él. Como no fue posible, está aquí, encima de la carretera 35, con la idea absurda de quitarse la vida.
Cualquiera que viese a este joven desesperado, jamás imaginaría que hace solo 42 días él desfilaba por el corredor de una iglesia, para recibir a su novia. ¡Cómo son las cosas! No se completaron dos meses, y Antonio cree que no vale la pena seguir viviendo.
Durante la luna de miel, pensó que era el hombre más feliz. Su esposa era un regalo divino. Cuando sonreía, se le formaban dos hoyuelos en el rostro; parecían dos entradas hacia un mundo de felicidad. Pero, la dicha y el gozo les duraron poco. Verdades dichas a medias habían levantado, entre ellos, una pared de dolor e incomprensión.
¿Qué hacer ahora? Antonio nunca tomó el cristianismo en serio. Aceptó casarse en una iglesia, porque su novia insistió; para él, no hacía mucha diferencia. En su opinión, la felicidad de una pareja no debe dejarse en las manos de Dios: es el resultado de la disciplina y del esfuerzo humano. Pero, él no contaba con las circunstancias absurdas que trae la vida. Toda su disci¬plina era incapaz de trastocar la determinación de la esposa: estaba decidida a divorciarse.
"Es injusto", pensaba él. "Dos vidas jóvenes no pueden ser destruidas solo porque se omitió la verdad". Pero, la vida es así. La verdad puede ser dolorosa, pero es limpia por ser verdad; la mentira disfraza la herida, pero cuando quitas la venda, te sorprendes con una gangrena incurable.
Antonio no sabe lo que el Señor Jesús dijo un día. El gozo, el verdadero gozo, la auténtica felicidad, la dicha plena, no es fruto del esfuerzo humano: es un regalo divino.
"Que mi gozo esté en vosotros", dijo Jesús. Solo cuando el gozo de Jesús esté en tu corazón, "tu gozo" será cumplido. La felicidad plena es el resultado natural de la presencia de Jesús en la vida: todo lo que intentes llamar felicidad, sin Cristo, es alegría hueca. Es lamentable que, para entender algo tan simple, tengamos que llegar, como Antonio, al puente más agitado de Minneapolis.
Parte hoy, para los desafíos de la vida, recordando que Jesús desea que "su gozo esté en ti, para que tu gozo sea cumplido".

Dios te bendiga…!!!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Miedo

No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Números 13:31.

El miedo paraliza; acaba con los sueños, con los planes y con las ganas de vivir. El miedo es larva insidiosa, que come por dentro sin que tengas conciencia de tu drama. Cuando despiertas a tu triste realidad, ya es dema¬siado tarde. Dicen que, de cada siete personas, una vive presa de algún mie¬do; es un dato alarmante. Las personas se encierran en sus temores y crean monstruos asustadores que solo ellas ven.
Existen muchos tipos de miedos: miedo de la gente, miedo de perder el empleo, miedo de salir a la calle, de trabajar, de tomar el ómnibus, y hasta de ir a la iglesia, etc. De todos esos miedos, creo que el más terrible es el miedo a ser feliz.
El versículo de hoy habla de ese miedo, y muestra que la causa del miedo, en las personas, es la falta de fe en Dios y en sus promesas: cuando dejo de creer en Dios, todo a mí alrededor se vuelve amenazador; y si Dios no habita en mi corazón, con toda seguridad el miedo se apoderará de mi corazón.
Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida. Un paso más, y se apoderaría de la herencia ofrecida a sus padres. Las promesas de Dios eran seguras: nadie sería capaz de resistir en pie delante de ellos. Pero, en la hora primordial, permitieron que el miedo se apoderase del corazón, y no quisieron avanzar.
"No podremos subir contra aquel pueblo porque es más fuerte que no¬sotros". ¡Mentira! La razón de su temor no era la fortaleza del enemigo, sino la falta de confianza en las promesas de Dios.
Todos encontramos enemigos en el camino; es la lucha diaria: obstácu¬los, dificultades, preconceptos, desafíos aparentemente difíciles de ser ven¬cidos. Si piensas que fracasaste, no intentes más luchar: ya estás fracasado. Pero, a la hora de enfrentar los problemas, que tus ojos no se fijen en el adversario, sino en el Dios que te prometió que te llevará a Canaán y te en¬tregará la tierra.
¿Cuáles son tus adversarios hoy? ¿Qué es lo que tanto te asusta? Piensa en Dios: jamás un hijo de Dios, escondido en las manos del Todopodero¬so, perdió una batalla. Este puede ser el grande día de victoria que esperas. Solo que no repitas el error de Israel, que pensó: "No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros".

Dios te bendiga…!!!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Envidia

Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Números 12:2.

Sucedió en el desierto. De repente, sin motivo, los hermanos de Moisés se sintieron postergados, olvidados, relegados a un segundo plano, y dieron lugar a la envidia en su corazón. La envidia es terrible: es propio de la natura¬leza humana, y todos, de una u otra forma, la llevamos dentro. Algunos, in¬cluso, por doloroso que suene, corremos el riesgo de llevarla bastante afuera.
Allá, en el desierto, el Señor reprobó la actitud de Aarón y de María. Ella quedó leprosa y, si no fuese por la intercesión de Moisés, tal vez habría muerto. ¿Cuál fue la disculpa de ellos, para anidar a la envidia en su corazón? La importancia que el pueblo le daba a Moisés: ¿Por qué solo a él? ¿Por qué no también a nosotros?
Ellos tenían su lugar: María era la directora del coro de Israel, además de coordinar las actividades de las damas; Aarón era el sumo sacerdote. ¿No podrían haber desarrollado sus respectivos trabajos sin fijarse en el trabajo del hermano? Podrían haberlo hecho, sin duda, pero el problema de la envida es justamente ese: el envidioso vive enojado con todos, por sentirse inferior; y las otras personas ni siquiera advierten su presencia. Él deambula entre la gente, fijándose en lo que los otros tienen y él no tiene, en lo que ellos hacen y él no puede hacer. La vida pasa, y no se da cuenta de que ese sentimiento es, precisamente, el que lo hace cada vez más pequeño e insignificante.
Dios te confió algún don; trabaja con él para gloria del Señor. No mires los dones que Dios confió a los demás; en este mundo, hay un trabajo que solo tú puedes hacer, porque nadie más es igual a ti.
Tienes un nuevo día delante de ti. Sé feliz, haciendo el trabajo que sabes y puedes hacer; a fin de cuentas, este mundo es como un inmenso cuerpo, en el cual cada miembro es importante y en el que existe una misión para cada uno.
No pierdas el tiempo, queriendo hacer el trabajo de otro solo porque te parece bonito, encantador o más interesante. Si crees que nadie nota tu trabajo, sigue adelante. No esperes que tu satisfacción nazca del reconoci¬miento ajeno, sino del deber cumplido. Y recuerda que, un día, Aarón y Mi¬riam dijeron: "¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?"

Dios te bendiga…!!!

viernes, 2 de diciembre de 2011

Conocer a Jesús

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.
1 Juan 2:4,5.

Alicia parecía un festival de colores y de vida; un arco iris deslumbrante.
¡Siempre era así! Para ella, todo era colorido. La seda rosada dibujaba la exuberancia de su amor; el blanco lino la hacía melancólica cuando lloraba; y el terciopelo rojo combinaba con la insensatez de su alocado corazón.
Decía que amaba a Jesús; que el Cristo del evangelio era el gran amor de su vida; que, por él, sería capaz de hacer cualquier cosa. Pero, jugaba con la vida y manipulaba los principios.
Argumentaba que un Dios de amor no era coherente con las reglas; que los Mandamientos eran cosa del pasado: los limitaba a una montaña llena de humo, fuego y sonido de trompetas. Ella prefería el Calvario, el monte del amor, donde Jesús pagó por sus pecados.
¿Para qué preocuparse en obedecer? La "gracia de Cristo" era, para ella, un manantial de agua fresca, que le permitía vivir como se le antojase. Y así vivió.
Hasta el día en que descubrió sus sueños despedazados. Entonces, la seda rosa ya no tenía atractivo, ni el lino blanco; tampoco el terciopelo rojo. No había más alegría en su vida.
El apóstol Juan ya lo había advertido, siglos atrás: "El que dice yo le co¬nozco y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso". La mentira condice con la oscuridad. Por eso, aquella tarde, que podría haber sido alegre, se volvía triste, a pesar del sol inmenso que ardía, como bola de fuego, hun¬diéndose en el mar.
Nunca es tarde para revisar lo que llamas "cristianismo". Quien dice co¬nocer a Jesús, no toma al Maestro de la mano y lo lleva por donde quiere. El cristianismo auténtico es sumisión a un Dios que te conduce hacia la tierra de la libertad: liberación del libertinaje y de la tiranía de los deseos humanos.
Mira a lo lejos hoy, y pide a Jesús que te ayude a andar con él. Porque "el que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdadera¬mente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él".

Dios te bendiga…!!!

jueves, 1 de diciembre de 2011

Por encima

[...] Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas [...]
Éxodo 12:27.

¡Noche oscura en Egipto! El ángel destructor visitaba las casas; los primogénitos morirían, por causa de la rebeldía de Faraón. En este mundo, nadie vive para sí. La influencia y la responsabilidad que ejercemos tienen consecuencias; mucho más, en el caso de los líderes. Y Faraón era el líder de aquella nación.
Pero, el ángel había recibido la orden de no tocar a los primogénitos de las casas cuyo dintel estuviese manchado con sangre. Era la sangre del cordero pascual, símbolo de la sangre de Cristo que limpia el pecado de la humanidad.
Aquella noche era una noche de fe. ¿Quién podría garantizar que una simple mancha de sangre podría librar a los hijos de Israel, de la muerte? El pueblo solo tenía que creer. Creer significaba vivir. El ángel destructor pasaría por encima de las casas donde se había ejercido la fe.
El tiempo ha pasado, pero las cosas no han cambiado. La salvación con¬tinúa siendo un acto de fe. Multitudes piden pruebas. "¿Qué puede hacer Jesús en mi caso?", se preguntan. "Hay otras soluciones a mi alcance, más prácticas, viables y razonables".
Seguramente, sí. Aquella noche en Egipto también las había. Trancar la puerta, por ejemplo. Forrar los techos y las paredes de metal, irse al lugar más oculto, no sé; los seres humanos somos especialistas en buscar solucio¬nes "prácticas". Pero cuando el ángel pasase, solo perdonaría las casas cuyo dintel estuviese manchado de sangre.
Esta es una figura del día final de la historia de este mundo. Cuando Jesús vuelva a la tierra para llevar a sus hijos y la destrucción final se aproxime a los hombres, solo serán salvos aquellos cuyo corazón esté manchado con la sangre del Cordero.
Hoy es el día de pensar el tipo de soluciones que estoy buscando. ¿Soy capaz de creer en el evangelio, en su simplicidad y en su pureza? ¿O estoy buscando soluciones sofisticadas que "convenzan" mi raciocinio acostum¬brado al mundo de las luces?
No comiences tus actividades hoy, sin tener la seguridad que la sangre del Cordero ya manchó tu vida, porque solo Jesús "es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas".

Dios te bendiga...!!!