lunes, 30 de agosto de 2010

EN TIEMPOS DE PRUEBA


“A ti, oh Jehová, levantaré mi alma”. Salmo 25:1

El cristiano encuentra algunas cosas muy difíciles de entender. Una de ellas es el dolor y el sufrimiento de los hijos de Dios. Cuando pasan por el dolor y la prueba, muchos se preguntan: “Si soy hijo de Dios, ¿por qué me suceden estas cosas? Si el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, ¿por qué sufrí este accidente?” Los interrogantes se multiplican y se agravan cuando nos comparamos con otros que, según nos parece, sufren menos a pesar de que no son fieles a Dios.
El dolor y el sufrimiento son una realidad de la vida que afecta a todos los seres humanos, sean cristianos o no. El sufrimiento es un hecho de la vida. La vida es injusta. Vivimos en un mundo caído donde reinan el pecado y la muerte. Dios quiere rescatarnos de aquí, pero el rescate es doloroso para él y para nosotros. Quizá te preguntes: “¿Cuál es, la diferencia entre el que sirve a Dios y el que no le sirve?”
Sí hay una diferencia. Los cristianos tienen una ventaja. Como hijo amado de Dios, el creyente cuenta con la dirección y la presencia de su amoroso Padre celestial. El Señor dice en su palabra: “Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isa.43:2).
Dios no te ha prometido librarte del sufrimiento. Lo que sí te asegura es que estará contigo en el horno de la aflicción hasta el final. Busca al Señor en tiempo de paz, para que cuando llegue la hora de la crisis puedas tener confianza en él. Entonces tu primera reacción será confiar en Dios, buscar y clamar en oración a tu Padre celestial. Buscar a Dios en los buenos y malos tiempos te ayudará a recordar tu posición como hijo de Dios.
Meditemos en lo siguiente: No tomes ninguna decisión cuando seas golpeado por el dolor. Haz como Job, que “se postró en tierra y adoró”. Entonces sabrás lo que debes hacer. Evitarás mucho dolor y muchos errores si acudes primero al Señor. No te muevas. Escucha primero la voz de Dios. El te indicará qué tienes que hacer. Búscalo en oración y el estudio de su Santa Palabra, y él te responderá.
(Tomado de: Siempre gozosos)

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