lunes, 2 de agosto de 2010

APOYADOS EN LAS PROMESAS DEL SEÑOR

“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo, no te dejaré, ni te desampararé”. Josué 1:5
A veces en nuestro caminar por este mundo, necesitamos reafirmar nuestra fe. Es necesario doblar nuestras rodillas delante de nuestro Padre Celestial cuantas veces sea necesario, para pedirle enfáticamente que nos asegure que su presencia irá con nosotros.
Después de la muerte de Moisés, Dios se comunicó con Josué y le dijo. “Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2). La tarea que Dios requería de Josué era ardua y apuntaba hacia un camino lleno de dificultades. Josué necesitaba escuchar que el Dios que le pedía que avanzara era el mismo Dios omnipotente que había acompañado a Moisés y a sus antepasados, y que su misericordia no había cambiado. Quería específicamente que Dios le asegurara que su presencia continuaría reconfortándolos hasta el final del camino. Y el Señor no dudó en asegurarle: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).
El Señor nos promete su poder para avanzar, y nos ofrece su presencia fiel. “Nadie te podrá hacer frente”, nos dice. Sin embargo, no debemos olvidar que la presencia de Dios y su mano poderosa no excusaban al pueblo de Israel de sus responsabilidades. Dios ya había entregado a los enemigos de Israel en sus manos, pero los israelitas tenían que hacer su parte, y obedecer los mandamientos que Moisés les había ordenado. No debían apartarse ni a diestra ni a siniestra, porque ese era el requisito divino para ser bendecidos.
El Señor nos ha prometido vida eterna y un maravilloso arribo a la patria celestial. Solamente requiere de nosotros fidelidad y esfuerzo. Nos dice: “Nunca se aparte de tu boca este libro de la ley, si no que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
Meditemos en lo siguiente: Necesitamos confiar en el poder de Dios, para enfrentar situaciones que hoy pudieran desanimarnos o detenernos en el camino. Pidámosle al Señor que nos ayude a ser fieles y a cumplir y obedecer sus mandamientos.
(Tomado de: Herederos de Promesas)

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