“Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de todo mal”. 1 Juan 1:9
Escoger regalos para otras personas según la ocasión y los gustos particulares del receptor es un arte difícil de practicar. Para algunos se trata de una pesada carga que los deja exhaustos física y emocionalmente.
Dios, por su parte, ofrece un obsequio que puede ser compartido ventajosamente con todos. Lo único que se requiere de nosotros es convicción, confesión y petición. Y cuando recibimos el perdón divino nos tornamos en deudores de Dios y los hombres. Existen tres razones para ejercer el perdón:
1.- Todos podemos perdonar. El perdonar es prerrogativa de toda persona ofendida. Quizás el dolor causado por otros es tan profundo que pensamos que perdonar es imposible. Pero no es así. Lo que sucede es que justificamos nuestros sentimientos de rencor y creemos que lo que sentimos responde a la justicia, que la otra persona debe recibir al menos el castigo eterno de nuestro disgusto.
2.- Perdonar es saludable. A veces pasamos años torturados por estos sentimientos de ira sin advertir que somos nosotros los que sufrimos más. Puede ser difícil, pero el perdón es posible, porque en realidad no depende de la actitud del ofensor. Con la ayuda de Dios podemos decidir dejar la ofensa y la justicia en sus manos.
3.- El perdón restaura relaciones. En las relaciones humanas, todos sentimos cierto nivel de disgusto ante ciertas acciones o actitudes de algunas personas. A medida que este disgusto se hace más profundo, vamos perdiendo la habilidad para relacionarnos abierta y satisfactoriamente. Si las pequeñas heridas no son curadas a medida que se van creando, el disgusto puede alcanzar un nivel de gravedad que nos hace más fácil cerrarnos a la comunicación con la persona.
Meditemos en lo siguiente: sólo cuando comprendemos el perdón de Dios, podemos brindar el perdón adecuado de ofensas serias. Si usted tiene dificultades en perdonar a alguien por algo que le ha causado dolor, o no puede perdonarse a sí mismo por algo que usted ha hecho, necesita conocer el perdón total y absoluto de Dios.
(Tomado de: Herederos de Promesas)
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