martes, 12 de octubre de 2010

EN TODO TIEMPO

“Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová”. Sal. 113:3
Es común alabar a Dios cuando el corazón rebosa de alegría y gratitud. Es también común buscarlo cuando las cosas parecen escapar del control y tú sientes que no tienes más fuerzas para continuar resistiendo los huracanes de la vida, aquellos vendavales emocionales que se llevan hasta las ganas de seguir viviendo.
¿Cómo reaccionamos ante situaciones que a veces ni podemos comprender? Traición, infelicidad, abandono, muerte, enfermedad. Buscar a Dios en los momentos de alegría y tristeza será más fácil si la declaración del versículo de hoy es una realidad en tu experiencia.
Alabar el nombre de Dios debe ser un acto permanente. “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone”. Andando, viajando, trabajando, viviendo, la alabanza debe estar presente en cada latido del corazón.
El humanismo de nuestros días concentra la atención del hombre en el propio hombre. “Busca la solución dentro de ti mismo”, afirma. “Saca la energía de tu interior”, declara. En contraste, la teología bíblica es teocéntrica. Según ella, todos los caminos e intenciones humanas deben converger en Dios. La Biblia enseña que Dios está en los cielos, pero que quiere estar en la vida de la criatura. Todos los días, en todos los momentos.
¿Dejarás que Dios camine a tu lado hoy? ¿Le pedirás orientación antes de tomar la decisión que necesitas tomar? Separarse de la presencia de Jesús, solo por un minuto, es como quitar el tubo de oxigeno de un enfermo terminal. Si aprendes a sentir la presencia de Dios en todo momento, te será más fácil hacerlo en medio del dolor, cuando las lágrimas te impidan ver al Señor.
Meditemos en lo siguiente: Ábrele el corazón a Jesús. Abraza a tus amados antes de salir de casa. Anima al débil, consuela al triste y encara con optimismo los desafíos de este día. Y no olvides alabar a Dios en todo momento.
(Tomado de: Cada día más sabio)

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