miércoles, 20 de octubre de 2010

“VUELVE A LEVANTARTE”


“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?” Le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te amo”. El le dijo: “Apacienta mis corderos”. Juan 21:15


¿Has fracasado alguna vez? ¿Sientes que tu interior está roído por las insidiosas emociones de la vergüenza y el remordimiento? Entonces necesitas repasar el fracaso y la restauración de uno de los grandes discípulos del Señor para cobrar ánimo. Durante el juicio y la crucifixión del Señor Jesucristo era cuando más se necesitaba que los discípulos permanecieran cerca de su maestro y que se mantuvieran firmes y unidos, como muestra de lealtad a su amado Señor. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Todos lo abandonaron, y Pedro llegó al extremo de negar a Jesús tres veces.
¿Imaginas cómo se sintió Pedro después de haber negado a su Señor, con todos los agravantes de las más viles y ofensivas maldiciones? La Biblia dice que “comenzó a maldecir y a jurar” (Mat.26:74). Y ahora su Señor y Maestro se presentó en la playa. Les habló con la misma cortesía y consideración de siempre. El milagro de la pesca milagrosa y la forma de ser peculiar de Jesús hicieron que Juan lo conociera y le dijera a Pedro: “Es el Señor” (Juan 21:7).
Después de disfrutar de una comida preparada por Jesús, celebraron una sobremesa, al estilo de las anteriores. Y entonces el Señor Jesús restauró a Pedro al ministerio y al apostolado. Jesús comprendió que lo que iba a decir haría que Pedro pasara por un momento incómodo. De modo que no lo dijo hasta después de que todos hubieron comido. ¡Generoso Señor que facilita el arrepentimiento y perdona a los seres humanos tan frágiles y dados a errar!
“Tres veces había negado Pedro abiertamente a su Señor, y tres veces Jesús obtuvo de él la seguridad de su amor y lealtad, haciendo penetrar en su corazón esta aguda pregunta, como una saeta armada de púas que penetrase en su herido corazón. Delante de los discípulos congregados Jesús reveló la profundidad del arrepentimiento de Pedro, y demostró cuán cabalmente humillado se encontraba el discípulo una vez jactancioso”.
Meditemos en lo siguiente: La misma gracia y consideración que Jesús tuvo con Pedro son para nosotros hoy. Dios no desea que quedemos derrotados, avergonzados, sin más oportunidad de gozar de su compañerismo. El quiere que renovemos nuestro compromiso y que continuemos en la senda del deber a la cual nos ha llamado. Levántate nuevamente. El no ha cerrado la puerta de la oportunidad.
(Tomado de: Siempre gozosos)

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