miércoles, 27 de octubre de 2010

COSECHANDO LO QUE SEMBRAMOS

“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Gálatas 6:8

Cierta vez leí la fábula de un hombre que curioseando entre los estantes en una tienda se sorprendió al darse cuenta que el que atendía el mostrador era Dios. Asombrado, caminó hasta él, y le preguntó: “¿Qué es lo que vendes, Señor?” A lo cual, Dios le respondió: “¿Qué es lo que tu corazón desea obtener?” Sin mucho pensar, el hombre respondió prestamente: “Quiero felicidad, paz mental, y ser libre del miedo, tanto yo como cada habitante de este mundo”. Conmovido, Dios sonrió, y le contestó: “Hijo mío, yo no vendo frutas, sólo semillas”.
¡Qué interesante alegoría! En realidad, Dios no es quien produce últimamente los buenos frutos que recoge aquel que tiene una vida feliz. Más bien, el Señor provee la semilla germinadora que ha de cultivar quien desee cosechar el fruto del Espíritu.
En Gálatas 6, Pablo hace énfasis en la importancia de sembrar semillas de caracteres dignos que honren a Dios. Y si nos ponemos a pensar específicamente en lo que implica el versículo 7 con relación a nuestra vida espiritual, lo que hacemos o dejamos de hacer con nuestra vida sería sabiamente calculado. “Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Vers. 7).
Quienes siembren odio, antipatías cosecharán. Quienes cultivan dudas, intranquilidad recogerán. Y así, podríamos mencionar una larga lista de cultivos con sus cosechas. No podemos pretender experimentar las bendiciones de los frutos de Dios cruzados de manos. Es importante reconocer primeramente nuestra necesidad de ponernos a trabajar, de manera que Cristo pueda transformar nuestro carácter.
Meditemos en lo siguiente: ¿Estamos cansados de nuestra manera de ser? ¿No nos gusta nuestro carácter o nos desanima la forma en que procedemos generalmente? Pidámosle a Dios ayuda, y comencemos hoy a sembrar semillas de nuevas acciones. Veremos que a su tiempo, el Espíritu Santo dará su cuota.
(Tomado de: Herederos de promesas)

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