jueves, 29 de julio de 2010

SABIDURÍA PARA CRECER

“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Eclesiastés 12:13
Los libros sobre el desarrollo del potencial humano y cómo obtener el éxito en la vida han sido muy cotizados en los últimos años. En un ambiente competitivo y en medio de una sociedad que funciona a ritmo acelerado, muchas personas buscan métodos que les confieran ventaja en la abrumadora carrera de la vida. Estos libros se adentran en el campo del desarrollo del carácter. Uno de ellos es el bestseller de Stephen R. Covey, Los siete hábitos de las personas altamente efectivas.
El propósito de su autor es postular que cualquier cambio que nos ayude a ser mejores líderes tiene que proceder de adentro. Sus primeros tres hábitos para el éxito tratan, por lo tanto, cambios que conducen a una “victoria privada”: (1) Ser pro-activo, (2) tener en cuenta el fin que se persigue, y (3) poner en orden las prioridades. Las conclusiones de Covey son excelentes y se basan en el principio básico de que los seres humanos no sólo pueden cambiar, sino que son responsables de su conducta y destino. Que el factor clave en nuestro éxito no son nuestras condiciones, sino nuestras decisiones.
Definir nuestro destino es también crucial. Covey señala que conocer hacia dónde vamos nos permite entender mejor dónde estamos ahora, de manera que los pasos que demos vayan siempre en la dirección correcta. Sería muy triste luchar toda una vida por subir la escalera del éxito, para descubrir al final que estaba apoyada sobre la pared equivocada. Muchos han descubierto que la fama, los logros y las posesiones no son los mejores objetivos para una vida plena y satisfactoria. Covey cuenta de dos amigos que conversan durante el funeral de un tercero, y uno le pregunta al otro: “¿Cuánto dejó?”. Su amigo respondió: “Lo dejó todo”.
El saber hacia dónde nos dirigimos nos ayuda a fijar nuestras prioridades, no sólo a largo plazo, sino en cada decisión cotidiana. Quizá descubramos que es mucho más importante conversar con nuestros hijos que ver un fascinante programa de televisión. Que si sabemos que nuestra relación con Dios o con nuestro cónyuge es de alta prioridad para nosotros, el uso diario de nuestro tiempo debe reflejarlo.
Meditemos en lo siguiente: Que Dios nos ayude hoy a vivir según prioridades claras, sabiendo que su Palabra es nuestra mejor guía.
(Tomado de: Herederos de Promesas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario