Vi un Cielo nuevo y una Tierra nueva; porque el primer Cielo y la primera Tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Apocalipsis 21:1
lunes, 20 de septiembre de 2010
LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO
“Respondió Jesús y le dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él”. Juan 14:23
El amor es la esencia de la vida cristiana. Después de todo, el cristianismo no es otra cosa que una maravillosa relación de amor entre Cristo y el ser humano.
El versículo de hoy nos dice: “El que me ama, mi palabra guardará”. La obediencia se presenta aquí como un resultado del amor. En la segunda parte de este texto, Juan trata de mostrarnos cómo es que el amor por Dios nos llevará al camino de la obediencia. “Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él”.
Un día encontramos a nuestro Salvador, entendemos su amor, nos apasionamos por él, le abrimos el corazón y entonces él viene y hace morada en nosotros a través de la persona de su Santo Espíritu. A partir de ahí, “Cristo mora en nosotros”, santifica nuestra voluntad y nos lleva de victoria en victoria, hasta la victoria final.
El Espíritu Santo procura morar en cada alma. Si se le da la bienvenida como huésped de honor, quienes lo reciban serán hechos completos en Cristo. La buena obra comenzada se terminará; los pensamientos santificados, los afectos celestiales y las acciones como las de Cristo, ocuparán el lugar de los sentimientos impuros, los pensamientos perversos y los actos rebeldes.
Por eso, nuestra primera oración debería ser: “Señor, dame un corazón capaz de amar”. Cuando el ser humano haya entregado a Jesús todo el corazón, cuando lo ame al punto de decir como Pedro: ¿A quién iremos?, entonces dirá naturalmente: “Señor, quiero verte feliz. Quiero vestirme, comportarme y alimentarme de tal modo que pueda ver siempre una sonrisa de alegría y satisfacción en tu rostro”.
Meditemos en lo siguiente: Cuando existe amor, la vida tiene sentido. Hasta las cosas difíciles cobran vida. El camino podrá estar lleno de espinas, pero los ojos sólo ven las flores.
(Tomado de: A solas con Jesús)
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