” En ti confiaran los que conocen tu nombre, por cuanto tu, oh Jehová, no desamparaste a los que buscaron” (Salmo 9:10).
La voz de Douglas sonaba a tragedia.
Parecía un grito de agonía. El reloj indicaba exactamente las 9:50 a.m., hora del este. Para el, sin embargo, ya era noche. El fin de sus sueños había llegado. Los ahorros de toda su vida estaban invertidos en la bolsa de valores y de repente todo se desmoronaba ante de sus ojos.
Por eso me llamo. Se acordó de Dios y quería que yo lo ayudara a orar para ver si podía salvar algo, en medio de todo aquel terremoto financiero.
En Nueva York, las bolsas parecían enloquecidas, como un carro sin dirección, precipitó abajo. En Europa el caos no era menor. Rusia y Brasil tuvieron que cerrar el pregón de la bolsa para ver si los ánimos se calmaban después de una caída brutal del 15 por ciento.
En Portland, donde yo estaba, el transito en medio del día sombrío se me antojaba un desfile de muchas carrozas, al ritmo insistente de una llovizna gris y sin vida.
Estados Unidos vive uno de los peores momentos de su historia. Se ha perdido la confianza en el sistema financiero. El país de sueño americano parece un gigante herido, tambaleante, tratando de descubrir que es lo que está sucediendo. El fantasma de la recesión avanza implacable. Muchas familias de clase media están devolviendo sus casas porque no están en condiciones de pagar. Todos, de una forma u otra, se ven amenazados por un futuro sombrío e incierto a corto plazo.
En medio de toda esa turbulencia que bueno es acuchar la voz de dios que nos dice:” En ti confiaran los que conocen tu nombre, por cuanto tu, oh Jehová, no desamparaste a los que buscaron” (Salmo 9:10).
Confiar en el Señor es el secreto para salir victorioso de todos los embates de la vida. Tal vez el consejo te parezca simple, ingenuo. ¿De qué sirve confiar en Dios cuando todos los ahorros de tu vida se están haciendo humo? ¿La caída de la bolsa va a detenerse solo porque confías en Dios? No. Tal vez no.
Pero los que confían en el Señor no desesperan, no enloquecen ni piensan que la única salida es la muerte. Los que conocen a Dios saben que él puede levantar a sus hijos de las cenizas, como lo hizo con Job
¡Deposita toda tu confianza en Dios! Conócelo! ¡ Cree en el ¡ Dios jamás desampara a los que buscan.
Cuando desde el punto de vista humano todo te parece perdido, todavía resta la oportunidad de Dios. Los vientos puedes parecer contrarios, pero tú estas seguro en los brazos de un Dios que no conoce la derrota.
¡Cree en eso!
Por Alejandro Bullón
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