miércoles, 21 de julio de 2010

¡CUIDEMOS NUESTRAS PALABRAS!

“Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día de juicio”. Salmos 32:1,2
¿Cómo hablan los que quieren parecerse cada día más a Jesús? ¿Qué tipo de palabras salen de sus bocas? ¿Cuál es el tipo de conversación que sostienen cuando están juntos?
El versículo de la meditación de hoy, está dentro de un contexto interesante. En los versículos anteriores Jesús explica que el corazón es como un cofre donde se esconden cosas buenas o malas, y que la palabra es el medio por el cual se saca lo que se guarda en el corazón. “De la abundancia del corazón habla la boca”, dice Jesús en el verso 34. Y termina diciendo que en el día del juicio, los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hayan hablado.
La solución a este problema, es presentar al Señor nuestra debilidad de hablar frivolidades, ya que esto es una evidencia de que nuestro corazón está lleno de pensamientos inmundos. Sólo Jesús, viviendo en nosotros, puede purificar nuestros pensamientos y sentimientos, y santificar diariamente nuestro corazón por medio de la presencia de su Santo Espíritu.
Si hacemos esto y vivimos una vida de comunión con Cristo, los pensamientos de Cristo pasarán a ser nuestros pensamientos, y las palabras que salgan de nuestra boca serán, de manera natural, palabras edificantes.
Ten presente que, en la Biblia nunca encontramos el problema sin la salida, ni el ideal sin la manera de alcanzarlo.
Meditemos en lo siguiente: En el versículo de hoy, Jesús quiere decirnos: “Déjame resolver el problema del corazón, sanar los pensamientos, y entonces tus palabras reflejarán la pureza de tus sentimientos santificados por mi presencia”. Dios quiere que sus hijos sean semejantes a él, inclusive en el tipo de conversación que sostienen.
QUE DIOS TE BENDIGA

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